07.01.2015 Views

cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

En sus últimos días en Cleveland, hablamos alguna vez por teléfono<br />

(siempre cerca suyo, “por las dudas”). Su pasión futbolera se mantenía<br />

intacta: con la voz estertórea, no dejaba de preguntar cómo iba el equipo<br />

ni de protestar por qué había puesto a tal jugador en lugar de aquel otro.<br />

Mucho de lo poco que sé de fútbol es gracias a mi abuelo. Como ya dije<br />

mi pasión por este deporte se fue acrecentando a través de él y se entroncó<br />

con la de él. Así sucede con la tradición, cualquiera sea. Durante casi<br />

veinte años lo acompañé a los partidos. A los jóvenes no nos gusta mucho<br />

oír las historias pasadas del fútbol uruguayo; son una manera de negar el<br />

presente. Pero son esos relatos los que permiten “novelar” la mejor historia<br />

de nuestro balompié hasta convertirla en un mito casi bíblico (“¿por qué<br />

Ondino Viera no quiso poner a Abbadie en el Mundial del 66 33 ”). Esto<br />

tuvo una gran influencia en sus hijos y en mí. ¿Quién de nosotros podría<br />

olvidar su relato de lo que le pasó el 16 de julio de 1950 mientras en el<br />

Parque de los Aliados la radio le traía las imágenes de Maracaná o cuando<br />

horas más tarde, salió a pasear de la mano de mi abuela por una 18 de Julio<br />

improvisada en peatonal de bailanta y carnaval, en sus primeros años de<br />

amoríos juveniles<br />

Todo esto viene a cuento, con todo el dolor del alma, porque considero<br />

íntimamente que la tinta de una pluma gastada puede tener el mismo efecto<br />

liberador y lenitivo que una lágrima bajando en la mejilla. Y también,<br />

a modo de humilde homenaje a mi abuelo: desde hace ya unos cuantos<br />

meses, cada vez que entro al estadio siento que no estoy solo.<br />

1<br />

245<br />

33 Otro capítulo de esa novela que solía recordar fue el día que Juan E. Hohberg debutó en un<br />

clásico. En el vestuario, antes del comienzo del partido, Obdulio lo convocó a una audiencia:<br />

"ché, pibe, vení un minuto que tenemos que hablar..." y se lo llevó a un rincón donde aparentemente<br />

le dijo: "...en el primer trancazo con Tejera vas a ver las estrellas, como si te cayera<br />

un tanque encima. Si en el segundo no las ve él, sos boleta para siempre...". Esta preclara<br />

advertencia, ¿es de su cosecha personal o lo habrá inventado Hohberg No me lo veo al Negro<br />

Jefe fomentando su propia leyenda.<br />

Semblanzas de Nahum Bergstein

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!