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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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28<br />

nosticar la próxima catástrofe en puerta. De allí que mi hermano fuera<br />

un estudioso de la Segunda Guerra Mundial en general y del Holocausto<br />

en particular.<br />

La familia agrupada alrededor de la radio me trae a la memoria otra<br />

escena, bajo circunstancias completamente diferentes. Me refiero a los<br />

momentos en que escuchábamos la votación de la partición de Palestina<br />

(Eretz Israel) el 29 de noviembre de 1947. Mi padre iba anotando los<br />

votos; la tensión era enorme, nadie lograba permanecer sentado, todos<br />

parados yendo de un lado a otro y contando con los dedos o tratando de<br />

recordar quién había votado qué. Cuando finalmente se obtuvo la cantidad<br />

necesaria para la antedicha partición, se produjo una incontenible<br />

explosión de alegría que casi derriba la radio ubicada sobre el piano.<br />

Salto más de 20 años en el tiempo para contar lo sucedido en Münich<br />

en 1969. Un día de verano, Nushe y Nelly fueron a visitar el campo<br />

de concentración de Dachau ubicado en los alrededores de la ciudad<br />

(más tarde los nazis trasladaron estos campos hacia el este, hacia Polonia<br />

mayoritariamente). En aquellos días eran pocos los que visitaban los<br />

campos, el turismo aún no había llegado hasta los rincones más dolorosos<br />

del alma humana. Al momento de retirarse y emprender el regreso<br />

hacia el hotel, pasó un alemán en bicicleta y al verlos cabizbajos y con<br />

los ojos llorosos, supo de quiénes se trataba. Sin pudor de clase alguna<br />

les hizo el tristemente célebre saludo nazi del brazo alzado. Al igual<br />

que aquel mediodía de Tacuarembó y que en tantas otras ocasiones de<br />

la vida, Nushe no dudó. Tampoco habló. Salió disparado como una<br />

tromba tras el ciclista de la cruz gamada. Nelly alcanzó a gritar: “dame<br />

los lentes… y matalo”. El ciclista, alarmado ante la inesperada reacción<br />

que había provocado, empezó a pedalear con dificultad lo que hacía que<br />

Nushe comenzara a aproximársele. Quizás un poco nostálgico, no se<br />

había dado cuenta que 1969 no era lo mismo que 1939. La historia tuvo<br />

un desenlace “feliz”: el ario encontró una pendiente en descenso y así<br />

No estamos solos

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