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cosas35 - The International Raoul Wallenberg Foundation

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(empezando por los programas). No poco dudé antes de aceptar la tarea. Y<br />

llevarla a cabo no resultó fácil. Pero no me arrepiento.<br />

En primer lugar porque, a nivel nacional, esa iniciativa audaz vino a<br />

ser precursora de otras dos. Hoy día existe, en la Universidad Católica,<br />

la Cátedra de Judaísmo (organizada por Nisso Acher) y en la Facultad de<br />

Derecho, la de Talmud (dictada por Esther Cukierman). ¿Cómo no alegrarme<br />

de haber podido colaborar, por poco que fuera, en hacer conocer<br />

las riquezas de la tradición judía (sobre todo en un país de corte tan antisemita<br />

como lo era –y en buena medida, sigue siéndolo– el Uruguay)<br />

Y en lo que me es personal, por varios motivos. Empezando, por todo lo<br />

que me hizo crecer. Una vez más comprobé la sabiduría del idioma hebreo,<br />

que considera el verbo “enseñar” (LeLAMMED) como la forma intensiva<br />

de “aprender “ (LILMOD).<br />

Además, por los vínculos que me permitió ir forjando. Gracias a esa actividad<br />

conocí, por ejemplo, a varios miembros de la comunidad judía que<br />

deseaban una aproximación estudiosa a su propia tradición. Entre ellos,<br />

justamente, la esposa de Nahum, Nelly. Todavía la recuerdo, en la vereda<br />

de Tristán Narvaja, hace más de veinte años, agradeciéndome por haberla<br />

ayudado –según ella– a vivir con más intensidad su judaísmo. A veces<br />

hemos evocado juntas aquella época “heroica” de los locales imposibles,<br />

donde conseguir lo elemental era casi una hazaña.<br />

Cuando, por razones prácticas (serias carencias en la infraestructura) la<br />

Cátedra dejó de funcionar, varias de las señoras judías no se resignaron a<br />

abandonar esos encuentros centrados en el Tanaj. Y así surgió, muy naturalmente,<br />

la idea de reunirse en casas de unas u otras para seguir estudiando.<br />

Ese círculo bíblico fue, realmente, muy sui generis, dada su composición.<br />

La mayoría de las participantes eran judías y dos de ellas –Jana Bar<br />

de Levin y Susana Poch– enseñaban Tanaj en otros ámbitos. (Hasta el día<br />

de hoy sigo preguntándome qué interés habrán tenido ellas en asistir a esas<br />

reuniones...). Lo que yo les dije a las demás, al empezar, fue algo aproxi-<br />

No estamos solos

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