Espectro Autista: definición, evaluación e intervención educativa
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<strong>Espectro</strong> <strong>Autista</strong>: <strong>definición</strong>, <strong>evaluación</strong> e <strong>intervención</strong> <strong>educativa</strong><br />
amplio estudio realizado en un distrito londinense por Lorna Wing y Judith Gould en<br />
1979. El objetivo de la investigación era conocer el número y las características de los<br />
niños de menos de 15 años del distrito con Deficiencias Sociales Severas (DSS).<br />
Cuando Wing y Gould estudiaron la incidencia de las DSS en una amplia,<br />
obtuvieron una muestra de 74 niños con DSS de una población susceptible de 35000.<br />
De los 74 niños, tan solo encontraron 17 niños con el cuadro clásico de autismo de<br />
Kanner (aproximadamente el 5/10.000), cifra similar al de otros estudios); pero la<br />
prevalencia de DSS era 5 veces mayor (aproximadamente 22/10.000. En todos los<br />
niños con DSS, lógicamente incluyendo a los 17 diagnosticados con autismo, se<br />
observaban los síntomas principales del espectro autista, aunque con un grado de<br />
severidad variable. Los síntomas descritos fueron: trastornos de la relación; trastornos<br />
de la capacidad de fijación y del juego simbólico; trastornos de las capacidades<br />
lingüísticas y comunicativas; y, trastornos de la flexibilidad mental y comportamental.<br />
Según Martos (2001), de este estudio se pueden extraer tres ideas interesantes:<br />
1.- El autismo en sentido estricto es sólo un conjunto de síntomas. Puede asociarse a<br />
muy distintos trastornos neurobiológicos y a niveles intelectuales muy variados.<br />
En el 75% de los casos el autismo de Kanner se acompaña de retraso mental.<br />
2.- Hay muchos retrasos y alteraciones del desarrollo que se acompañan de<br />
síntomas autistas sin ser propiamente cuadro de autismo. Pude ser útil<br />
considerar al autismo como un continuo que se presenta en diversos grados y en<br />
diferentes cuadros de desarrollo, de los cuales sólo una pequeña minoría (no<br />
mayor de un 10 %) reúne estrictamente las condiciones típicas que definen al<br />
autismo de Kanner.<br />
3.- Son las alteraciones sintomáticas del espectro autista y la ubicación concreta de<br />
la persona autista en las diferentes dimensiones que configuran el espectro<br />
autista, las que definen esencialmente las estrategias de tratamiento y no las<br />
etiquetas que definen los cuadros.<br />
Para el conjunto de personas con cuadros situados en el espectro autista (en dicho<br />
espectro no sólo incluye a los autistas ni siquiera sólo a los trastornos profundos del desarrollo),<br />
puede establecerse un continuo en que los síntomas que corresponden a unas<br />
mismas dimensiones varían, dependiendo de factores como el nivel intelectual, la edad,<br />
el sexo, la adecuación y eficiencia de los tratamientos utilizados y de las experiencias de<br />
aprendizaje, el compromiso y apoyo de la familia y la gravedad del cuadro. Es más, incide<br />
Martos (2001), la realidad de los hechos nos lleva a señalar que los niños que están<br />
afectados por dificultades similares en la reciprocidad social, la comunicación y presentan<br />
un patrón restrictivo de conductas aún sin ser estrictamente autistas, precisan de los<br />
mismos servicios y tratamientos que necesitan las personas con autismo.<br />
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