Espectro Autista: definición, evaluación e intervención educativa
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9.- Trastornos del sentido de la actividad propia.<br />
<strong>Espectro</strong> <strong>Autista</strong>: <strong>definición</strong>, <strong>evaluación</strong> e <strong>intervención</strong> <strong>educativa</strong><br />
10.- Trastornos de la imaginación y de las capacidades de ficción.<br />
11.- Trastornos de la imitación.<br />
12.- Trastornos de la suspensión (la capacidad de hacer significantes).<br />
En cada una de las dimensiones se establecen cuatro niveles de gravedad. Hay que<br />
hacer notar que los síntomas principales de cada dimensión se numeran de 1 a 4, a<br />
medida que van siendo menos graves y más característicos de personas con nivel<br />
mental más alto.<br />
La noción de un espectro autista, que puede asociarse a diversas clases de<br />
alteraciones, puede ser muy útil desde el punto de vista clínico y para una perspectiva<br />
<strong>educativa</strong>. En el primer aspecto, permite descubrir un orden por debajo de la<br />
desconcertante heterogeneidad de los rasgos autistas. En el segundo, ayuda a<br />
comprender cómo pueden evolucionar previsiblemente, a través del proceso educativo,<br />
los niños con autismo o cuadros relacionados. También hace ver la necesidad de prever<br />
recursos (por ejemplo, de personas especializadas en estos cuadros) que no sólo son<br />
aplicables a los casos de autismo en sentido estricto, sino también a un grupo más<br />
amplio de personas que, sin ser autistas, presentan rasgos de incapacidad social,<br />
alteración comunicativa, inflexibilidad, deficiencia simbólica y dificultad para dar<br />
sentido a la acción propia. Como veíamos antes, esos casos son mucho más frecuentes<br />
que el autismo como tal (Rivière, 1997).<br />
En resumen, como se concluyó en las actas finales del Curso Extraordinario sobre<br />
autismo celebrado en Salamanca en 2005, puede señalarse que en los últimos años se<br />
incorpora el término Trastornos del <strong>Espectro</strong> <strong>Autista</strong> (TEA), a partir de la aportación<br />
de L. Wing y J. Gould, con el que parece adecuado sintonizar. Además de los aspectos<br />
ya aceptados en la denominación TGD, el término TEA resalta la noción dimensional<br />
de un “continuo” (no una categoría), en el que se altera cualitativamente un conjunto<br />
de capacidades en la interacción social, la comunicación y la imaginación. Esta<br />
semejanza no es incompatible con la diversidad del colectivo: diversos trastornos;<br />
diversa afectación de los síntomas clave, desde los casos más acentuados a aquellos<br />
rasgos fenotípicos rozando la normalidad; desde aquellos casos asociados a<br />
discapacidad intelectual marcada, a otros con alto grado de inteligencia; desde unos<br />
vinculados a trastornos genéticos o neurológicos, a otros en los que aún no somos<br />
capaces de identificar las anomalías biológicas subyacentes. El término TEA facilita la<br />
comprensión de la realidad social de estos trastornos e impulsa el establecimiento de<br />
apoyos para las personas afectadas y sus familiares. No obstante, para la investigación<br />
es imprescindible la utilización de clasificaciones internacionales, el establecimiento de<br />
los subgrupos específicos y la descripción sus características.<br />
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