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Espectro Autista: definición, evaluación e intervención educativa

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<strong>Espectro</strong> <strong>Autista</strong>: <strong>definición</strong>, <strong>evaluación</strong> e <strong>intervención</strong> <strong>educativa</strong><br />

colaboración entre profesionales de los ámbitos sociales, sanitarios y educativos<br />

abarcará desde los primeros momentos de la detección y la valoración, hasta el<br />

final de sus vidas.<br />

6.- Debe ser analizada la expresión de las conductas del niño en distintos contextos.<br />

Sabemos que las personas con TEA presentan patrones repetitivos en su forma de<br />

comportarse, conductas de interacción limitadas, comportamientos disruptivos<br />

(desafiantes) y, a veces, conductas autolesivas. Posiblemente exista un patrón<br />

endógeno de base, pero la observación detallada de estos comportamientos en<br />

distintos marcos de relación permite demostrar en muchos casos que determinados<br />

contextos estimulan a estos chicos a exhibir unas conductas e inhibir otras.<br />

Además, el análisis conductual en los distintos contextos aportará información<br />

acerca de en qué situaciones debemos incidir para que se produzca mayor eficacia<br />

en la generalización de los aprendizajes (dificultad esta última bastante<br />

común entre los niños con TEA). Rivière (2001) precisa que el estudio del contexto<br />

debe definir: (1) las relaciones funcionales entre las conductas del niño y<br />

las contingencias del medio (por ejemplo, en qué situaciones se producen las<br />

rabietas y qué consecuencias tienen), (2) las oportunidades reales de interacción<br />

y aprendizaje, (3) la percepción del niño autista por parte de los que le rodean, y<br />

los grados de ansiedad, asimilación, sentimiento de impotencia, frustración, culpabilidad,<br />

satisfacción en la relación, etc..., de las personas que se relacionan con<br />

el niño, (4) el grado de estructura, directividad y previsibilidad de los contextos.<br />

7.- Un proceso de valoración interactivo exige que el evaluador adopte un estilo de<br />

observación participante, que trate de comunicarse, de empatizar<br />

emocionalmente y de provocar situaciones de comunicación que vayan más allá<br />

de la observación aséptica e impersonal. Para valorar las capacidades de<br />

interacción y de comunicación debemos tratar de comunicarnos con todo<br />

nuestro arsenal de recursos (palabra, entonación, gesto, recursos gráficos, etc...)<br />

y para poder interpretar el sentido de sus conductas desafiantes es necesario que<br />

tratemos de empatizar emocionalmente poniéndonos en su lugar, tratando de<br />

ver el mundo con las limitaciones de su punto de vista. Todo ello exige al<br />

evaluador un estilo personal que implica constancia, perseverancia, bajos<br />

niveles de ansiedad y, por consiguiente, exige dejar a un lado los efectos del<br />

posible Burnout y del tedio de los años de trabajo. La situación ideal sería<br />

adoptar la perspectiva de satisfacción personal que supone pensar que<br />

enfrentarse a la valoración de un chico con TEA, es una inigualable<br />

oportunidad de aprendizaje y de crecimiento profesional.<br />

8.- Por todo lo señalado anteriormente, la implicación que exige al evaluador la<br />

valoración de las peculiaridades del desarrollo y de las necesidades <strong>educativa</strong>s<br />

especiales de estos alumnos es mayor que en cualquier otro caso de alumno con<br />

necesidades <strong>educativa</strong>s especiales.<br />

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