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Leer-el-pensamiento-del-Libertador-economia-y-sociedad1

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Madrid; todo bajo la dirección d<strong>el</strong> sabio Marqués de Ustáriz, encuya casa vivía. Todavía muy niño, quizá sin poder aprender,se me dieron lecciones de esgrima, de baile y de equitación.Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristót<strong>el</strong>es, nilos códigos d<strong>el</strong> crimen y d<strong>el</strong> error; pero puede ser que Mr. deMollien no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac,Buffon, D'Alembert, H<strong>el</strong>vetius, Montesquieu, Mably, Filangieri,Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clásicosde la antigüedad, así filósofos, historiadores, oradores y poetas;y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y granparte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencialmentea Ud. para que no crea que su pobre presidente ha recibidotan mala educación como dice Mr. de Mollien; aunque, por otraparte, yo no sé nada, no he dejado, sin embargo, de ser educadocomo un niño de distinción puede ser en América bajo <strong>el</strong> poderespañol” (Lecuna, T.II: 135-139).Esta panorámica es impresionante. Bastan los nombresde Simón Rodríguez y de Andrés B<strong>el</strong>lo como pedagogos paracomprender la calidad de la educación que recibe Bolívar.Particularmente las enseñanzas de Rodríguez dejan profundahu<strong>el</strong>la en <strong>el</strong> discípulo. Tres décadas más tarde, <strong>el</strong> 19 de enerode 1824, encontrándose en Pativilca, al enterarse de la presenciad<strong>el</strong> maestro en Colombia concluye así la emocionadacorrespondencia que mencionamos: “En fin, Ud. ha visto miconducta; Vmd. ha visto mis <strong>pensamiento</strong>s escritos, mi almapintada en <strong>el</strong> pap<strong>el</strong>, y Vmd. no habrá dejado de decirse: ‘Todoesto es mío. Yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecétierna. Ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos;<strong>el</strong>los son míos, yo voy a saborearlos en <strong>el</strong> jardín que planté; voya gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho esimprescriptible, privativo a todo’ ” (Pérez Vila, 1979: 172-173).No cabe duda: la formación dada por Rodríguez ha de habersido determinante tanto en lo int<strong>el</strong>ectual como en lo moral.Nada fuera de la sinceridad puede motivar tales expresionesdirigidas a un peregrino pobre y desconocido.

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