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y sus productos, después de reintegrados los costos, serviránexclusivamente para pagarles la deuda nacional” (Pérez Vila,1959, T.XII: 175). En la misiva se propone un expediente depolítica fiscal: <strong>el</strong> incentivo de exención de los tributos inherentesal ramo de minas durante diez años, y la oferta de reintegrod<strong>el</strong> capital invertido si luego de hacerlas producir desisten d<strong>el</strong>a empresa. Se deja abierta la posibilidad de que los acreedorestrabajen dichas minas en compañía. Por otro lado, se recurre alexpediente p<strong>el</strong>igroso de ofrecer <strong>el</strong> reintegro d<strong>el</strong> capital invertidosi éste no resulta suficientemente remunerativo, con lo cualla República asume la totalidad d<strong>el</strong> riesgo y <strong>el</strong> inversionista nocorre ninguno. No es la última vez que se admitirá este procedimiento.La Inglaterra entera me pide que le pagueLa presión de las deudas es tan persistente, que <strong>el</strong> imperturbableJosé Antonio Páez escribe al <strong>Libertador</strong> quejándose de<strong>el</strong>la y solicitándole que sus titulares sean satisfechos. El 19 deabril de 1820 éste le contesta desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General de SanCristóbal recordándole la indispensable prioridad de los gastosbélicos: “Ud. se queja de sus acreedores y quiere que le pague;la Inglaterra entera me pide que le pague y yo no le doy un maravedípor atender a los gastos de la guerra. Está nuestro diputadoen Londres en la cárc<strong>el</strong> por sólo treinta mil pesos, y yo no s<strong>el</strong>os mando por atender a los gastos de guerra. ¿Y no quiere Ud.que yo me incomode al ver al señor Pumar llevarse ochocientasmulas por cuatro trapos y quedarnos sin qué tener con quéconducir <strong>el</strong> parque? Hablándole de esto me contestó Ud. quequería protegerlo. Mi réplica debió ser que la protección debíaser a la patria y no a un individuo; y que, en caso de dárs<strong>el</strong>a a unindividuo, Pumar debía ser <strong>el</strong> último por no ser militar” (PérezVila, 1979: 140).Fernando Peñalver es sustituido en sus funciones de negociadorde empréstitos por Francisco Antonio Zea, naturalista,periodista y político neogranadino que desempeñaba <strong>el</strong> cargode vicepresidente de la República por designación d<strong>el</strong> Congreso

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