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GÉNERO, CULTURA Y SOCIEDAD - Programa de Equidad de ...

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da, sancionada religiosa y jurídicamente, y dirigida a fundar una familia. Por lo tanto,cualquier ejercicio <strong>de</strong> la sexualidad sin fines reproductivos o fuera <strong>de</strong>l matrimonioes <strong>de</strong>finido como perverso, anormal, enfermo o moralmente inferior. Antepersonas que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n la posibilidad <strong>de</strong> una relación sexual placentera, consensuaday responsable, con indiferencia <strong>de</strong> la sexuación que tenga el cuerpo <strong>de</strong>la pareja, resulta obsoleto, o al menos ineficaz, invocar una moral que restringe lasexualidad a sus fines reproductivos.Hoy en día, las socieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>mocráticas y <strong>de</strong>fensoras <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos humanosestablecen las premisas valorativas <strong>de</strong> una relación sexual en función <strong>de</strong>l consentimientovoluntario y mutuo. Como la pluralidad <strong>de</strong> culturas y la diversidad humanasocavan la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> una práctica sexual “natural” y, al contrario, hacen que se<strong>de</strong>sconfíe <strong>de</strong> ese término –“natural”–, pues suele encubrir una <strong>de</strong>finición centradaen la propia cultura, el etnocentrismo <strong>de</strong>sprecia y estigmatiza a las prácticas “extrañas”.A<strong>de</strong>más, una perspectiva etnocéntrica y heterocentrada conduce con frecuenciaa intentos <strong>de</strong> “normalización” <strong>de</strong> los sujetos <strong>de</strong>sviantes <strong>de</strong> la norma y, enalgunos casos, a su represión o incluso su eliminación física.Lo que <strong>de</strong>fine si un acto sexual es ético o no, radica en la relación <strong>de</strong> auto<strong>de</strong>terminacióny mutuo acuerdo <strong>de</strong> las personas involucradas, y no en un <strong>de</strong>terminadouso <strong>de</strong> los orificios y los órganos corporales. Des<strong>de</strong> tal visión, la gran diversidad <strong>de</strong>prácticas sexuales que existen son legítimas siempre y cuando no resbalen a manifestacionesilegales e indignas <strong>de</strong> consumar el <strong>de</strong>seo sexual, tales como la violación,el abuso sexual, los toqueteos, el hostigamiento y la seducción a menores.Por eso un valor imprescindible es el consentimiento, <strong>de</strong>finido como la facultad quetienen las personas adultas, con ciertas capacida<strong>de</strong>s mentales y físicas, <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidirsu vida sexual. La existencia <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sequilibrio notable <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong> maduración,<strong>de</strong> capacidad física o mental imposibilita que se lleve a cabo un verda<strong>de</strong>ro consentimiento.En el caso <strong>de</strong> los menores <strong>de</strong> edad o <strong>de</strong> personas con una fuerte discapacidadmental no existe la posibilidad real <strong>de</strong> consentir; en personas con una discapacidadfísica, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> las circunstancias.La antropología ha mostrado que la vida sexual está imbuida <strong>de</strong> un conjunto<strong>de</strong> aspiraciones y regulaciones políticas, legales y sociales que inhiben o promuevenciertas formas <strong>de</strong> expresión sexual al mismo tiempo que estigmatizan ovaloran ciertos <strong>de</strong>seos y actos (Ortner y Whitehead, 1981; Herdt y Stoller, 1990;Ramet, 1996). Al diferenciar entre la sexualidad y los contenidos simbólicos queles adjudican las personas, queda en evi<strong>de</strong>ncia la gran variación entre las fronteras<strong>de</strong> lo normal y lo anormal, las prácticas buenas o malas, naturales o antinaturales,<strong>de</strong>centes o in<strong>de</strong>centes. Sin embargo, todavía hay quienes creen que ciertasprácticas son ilegítimas en sí mismas y no consi<strong>de</strong>ran que el contexto ético<strong>de</strong>l intercambio es lo que las vuelve aceptables o no. Por ejemplo, el coito obligado–débito conyugal– que se da en ciertos matrimonios no es ético <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta11

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