Igualmente es importante señalar que las <strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> un diálogo interculturalcomplejo se realizan <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un marco universalista, moral y jurídico. Tanto SeylaBenhabib como Nancy Fraser entroncan el feminismo con su raíz ilustradauniversalista, 19 aunque reformulando el alcance <strong>de</strong>l universal, corrigiendo las carencias<strong>de</strong> las éticas universalistas-formalistas <strong>de</strong> corte habermasiano, y postulando,en el caso <strong>de</strong> Benhabib, un universalismo interactivo, que no abstrae la i<strong>de</strong>ntidad<strong>de</strong> los individuos involucrados en la <strong>de</strong>liberación y atien<strong>de</strong> a las narrativasculturales <strong>de</strong> autoi<strong>de</strong>ntificación. Frente al tipo <strong>de</strong> sujeto presente en las éticas universalistas,al que Benhabib <strong>de</strong>nomina el otro generalizado, esta autora introducecomo corrección frente a la abstracción y la <strong>de</strong>satención a los contextos (pensandoen restricciones epistémicas tipo “velo <strong>de</strong> la ignorancia” rawlsiano o “situación i<strong>de</strong>al<strong>de</strong>l habla” habermasiano) la necesidad <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>r a un sujeto que sería el otroconcreto. Las relaciones entre el “otro generalizado” y el “otro concreto” <strong>de</strong>beríanverse como el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> un continuo, en el que, por una parte, estuvieran los aspectosuniversales <strong>de</strong> la justicia y, por otra parte, los aspectos <strong>de</strong>l “otro concreto”serían los implícitos en las relaciones éticas en las que estamos sumergidos ennuestras vidas cotidianas, perteneciendo a una familia, a una comunidad <strong>de</strong>terminada,a un género, etc. 20 Este universalismo corregido, contextualizado, que promulgala interacción con los otros, entretejido en una red <strong>de</strong> narrativas, le permitirámantener un mo<strong>de</strong>lo narrativo <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s culturales, en don<strong>de</strong> los individuosre<strong>de</strong>finen los límites <strong>de</strong> las culturas, contestan las normas hegemónicas, introducennarraciones <strong>de</strong> contestación interna y <strong>de</strong>fininen, por tanto, una i<strong>de</strong>ntidad<strong>de</strong>l grupo en la que el disenso estaría siempre presente. 21plantear una re<strong>de</strong>finición más inclusiva <strong>de</strong> la agenda feminista es precisamente lo que subyace tambiénal planteamiento <strong>de</strong>l feminismo transnacional.19Iris Young se alejaría <strong>de</strong> estas raíces al alimentarse <strong>de</strong> otras fuentes, principalmente <strong>de</strong>l pensamiento<strong>de</strong> Simone <strong>de</strong> Beauvoir, <strong>de</strong> la fenomenología y <strong>de</strong>l marxismo.20S. Benhabib, Situating the Self. Gen<strong>de</strong>r, Community and Postmo<strong>de</strong>rnism, Cambridge, PolityPress, pp. 158 y ss. El análisis <strong>de</strong> este universalismo interactivo lo he <strong>de</strong>sarrollado in extenso en “SeylaBenhabib: hacia un universalismo interactivo y globalizado”, en Ramón Máiz (comp.), Teorías políticascontemporáneas, 2ª ed. revisada y ampliada, Valencia, Tirant lo Blanch, 2009. Véase igualmente, NeusCampillo, “Cultura y <strong>de</strong>rechos en el feminismo crítico <strong>de</strong> Seyla Benhabib”, en Celia Amorós y Luisa Posada(eds.) Feminismo y multiculturalismo, Madrid, Instituto <strong>de</strong> la Mujer/Ministerio <strong>de</strong> Trabajo y AsuntosSociales, 2007.21Recor<strong>de</strong>mos en este punto que ya Javier Muguerza señalaba en su momento el “imperativo <strong>de</strong>ldisenso” como una obligación moral frente a la injusticia. Indudablemente, las mujeres en no pocas ocasioneshan actuado como disi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> sus propias culturas, <strong>de</strong>safiando los mandatos culturales <strong>de</strong> supropio grupo (véase Javier Muguerza, “La alternativa <strong>de</strong>l disenso”, en Gregorio Peces Barba y JavierMuguerza (eds.), El fundamento <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos humanos, Madrid, Debate, 1989.76
2. Cultura(s) y narraciones en conflictoEntrando en el análisis <strong>de</strong> las propuestas <strong>de</strong> Seyla Benhabib, esta autora comienzapor revisar el mismo concepto <strong>de</strong> “cultura” que mantienen los movimientosmulticulturalistas, <strong>de</strong>tectando los “usos” y abusos” <strong>de</strong>l mismo. 22 Siguiendo algunoslineamientos que ya había anticipado en artículos suyos anteriores, Benhabibreexamina críticamente la i<strong>de</strong>a subyacente en muchas <strong>de</strong> las propuestas multiculturalistas:el holismo cultural. Esta visión holística <strong>de</strong> las culturas, <strong>de</strong> resonanciasrománticas her<strong>de</strong>rianas, enten<strong>de</strong>ría a las mismas como totalida<strong>de</strong>s significativasdiferenciadas, inamovibles, reificadas, no susceptibles a cambios y sin fisurasinternas. Pero a<strong>de</strong>más, esa visión esencialista <strong>de</strong> las culturas, que suelen compartirlos multiculturalistas preservacionistas, ya sean conservadores o progresistas,parte, a juicio <strong>de</strong> Benhabib, <strong>de</strong> la afirmación <strong>de</strong> unas premisas epistémicas falsas,a las que tacha <strong>de</strong> ser una “sociología reduccionista <strong>de</strong> la cultura”.Dichas premisas son: en primer lugar, sostener que las culturas son totalida<strong>de</strong>sclaramente <strong>de</strong>lineables. En segundo lugar, afirmar que las culturas son congruentescon los grupos poblacionales y que es posible realizar una <strong>de</strong>scripción no controvertida<strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> un grupo humano. Por último, afirmar que, aún cuandono se diera la correspon<strong>de</strong>ncia entre cultura y grupo y hubiese más <strong>de</strong> una cultura<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un grupo, y más <strong>de</strong> un grupo que pueda compartir los mismos rasgosculturales, esto no supone problemas significativos para la política. 23 Son estas falsaspremisas reduccionistas las que han teñido en gran medida el <strong>de</strong>bate filosófico-políticoacerca <strong>de</strong>l multiculturalismo y han conducido a errores que también hanpermeado el <strong>de</strong>bate género/cultura.Frente a los mo<strong>de</strong>los esencialistas y preservacionistas <strong>de</strong> las culturas, Benhabibsostiene una visión <strong>de</strong> las mismas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el constructivismo social. 24 Esto significaenten<strong>de</strong>r la cultura como un conjunto <strong>de</strong> prácticas no homogéneas divididas internamentepor relatos en conflicto: “Deberíamos consi<strong>de</strong>rar las culturas humanascomo constantes creaciones, recreaciones y negociaciones <strong>de</strong> fronteras imaginariasentre nosotros y los otros”. 25 Las culturas estarían formadas tanto por relatos<strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n (relatos acerca <strong>de</strong> lo que hacemos, que se integrarían en una “red<strong>de</strong> relatos”), como por relatos <strong>de</strong> segundo or<strong>de</strong>n, esto es, relatos valorativos acerca<strong>de</strong> los relatos <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n, y son esos relatos <strong>de</strong> segundo or<strong>de</strong>n los que formanlo que <strong>de</strong>nominamos “cultura”. Los relatos a menudo están en conflicto, a vecesrecreados, otras negociados y, no pocas veces, sometidos a procesos <strong>de</strong> mestiza22S. Benhabib, RC, pp. 1 y ss.23Ibid., p. 4.24Ibid., pp. 5 y ss.25Ibid., p. 8.77
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