GÃNERO, CULTURA Y SOCIEDAD - Programa de Equidad de ...
GÃNERO, CULTURA Y SOCIEDAD - Programa de Equidad de ...
GÃNERO, CULTURA Y SOCIEDAD - Programa de Equidad de ...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
3. Acomodando a las objeciones¿Qué recursos quedan frente a las objeciones discutidas? Una posibilidad esaceptarlas plenamente y concluir, como lo hace Jaggar, que si el objetivo es liberara las mujeres y darles el reconocimiento que merecen, las objeciones muestranque se <strong>de</strong>be abandonar la tradición liberal. 28 Pero no todos estamos dispuestos a<strong>de</strong>scartar sin más a la tradición liberal anglosajona, y más aún si se trata <strong>de</strong> un liberalismoigualitario al estilo <strong>de</strong> Rawls o Dworkin, por poner dos ejemplos muy significativos.Para aquellos que sentimos afinidad con las premisas básicas <strong>de</strong>l liberalismoigualitario nos quedan al menos dos opciones: una es rechazar lasobjeciones, mostrando que no están justificadas. Otra es apropiarnos parcialmente<strong>de</strong> las objeciones, es <strong>de</strong>cir, aceptar que están diciendo algo importante, pero tambiénmostrar que estos elementos significativos que introducen no son incompatiblescon una postura liberal. A mi parecer, éste es el camino correcto que ensayaréen lo que sigue, teniendo en cuenta las objeciones antes expuestas.Como vimos, la primera objeción plantea que la socialización <strong>de</strong> las mujeres lasexcluye <strong>de</strong>l grupo <strong>de</strong> los agentes morales, y que la tradición liberal no tiene recursoalguno para enfrentar tal situación.Ahora bien, es indudablemente cierto que las preferencias <strong>de</strong> las mujeres estánmarcadas por el contexto social en el que se <strong>de</strong>sarrollan y que ese contexto sueleser “machista”, pero también lo es que toda preferencia resulta mo<strong>de</strong>lada por lasconvicciones e i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong> la sociedad en la que surge. Sin embargo, esto no necesariamenteimplica que no exista ser humano al cual se le pueda atribuir ejercicio<strong>de</strong> agencia moral. Para empezar, porque si existe una capacidad para adoptar preferencias,ésta implica la facultad <strong>de</strong> revisarlas, aceptarlas o rechazarlas, por locual es razonable pensar que aún si inicialmente uno tiene preferencias que fueronformadas sin el propio control, posteriormente y en una sociedad liberal y <strong>de</strong>mocráticaigualitaria la gente tiene la posibilidad <strong>de</strong> aceptarlas o rechazarlas. Es ciertoque uno estaría eligiendo <strong>de</strong> entre un grupo <strong>de</strong> preferencias acotado, pero el ejercicio<strong>de</strong> la agencia moral pue<strong>de</strong> ser acotado sin que esto nos permita <strong>de</strong>cir que noexiste agencia moral alguna, o que los individuos no tienen la posibilidad <strong>de</strong> formarpreferencias <strong>de</strong> segundo o incluso <strong>de</strong> tercer or<strong>de</strong>n. Más aún, consi<strong>de</strong>ro que sugerirque sus circunstancias hacen <strong>de</strong> las mujeres seres pasivos incapaces <strong>de</strong> ejercersu agencia moral es particularmente peligroso. Por un lado, retratarlas simplemen28Lisa H. Schwartzman, por su lado, argumenta que aunque probablemente el liberalismo puedaacomodar algunas <strong>de</strong> las críticas feministas, no constituye un instrumento valioso para <strong>de</strong>scubrir e i<strong>de</strong>ntificarinstancias <strong>de</strong> opresión, por lo cual, sigue siendo un enfoque irremediablemente ina<strong>de</strong>cuado. (Véase“A Feminist Critique of Nussbaum’s Liberalism”, en Feminist Interventions in Ethics and Politics, BarbaraAndrew, Jean Keller y Lisa H. Schwartzman [eds.], Lanham, Rowman and Littlefield, 2005.)35