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Tema de tapa<br />
uno / cine<br />
Escena de Qué duro es ser un Dios, de Aleksei German (2013)<br />
En el planeta DE Los ADICTOS<br />
Por Roger Koza*<br />
16<br />
Un día viernes de primavera, un día como cualquier otro, después<br />
de un calor insoportable, llueve a cántaros. Nada, absolutamente<br />
nada, lleva a pensar que, tras unas horas en las que toda la ciudad<br />
debe adaptarse a esa presunta inclemencia del tiempo, ocurrirán<br />
los imperfectos indeseables que semejante fenómeno atmosférico<br />
suele propiciar. En ciertos casos, el efecto es devastador. Por cada<br />
lluvia copiosa llega la noticia de rigor sobre los inundados. La improvisación<br />
del urbanismo y la contingencia de la civilización se<br />
evidencian: la infraestructura general de las ciudades no conjuran<br />
la vulnerabilidad de la especie. Por cada lluvia, una panorámica<br />
devuelve la dimensión del desastre. La ciudad no protege.<br />
Un día cualquiera, ese viernes, como tantos otros. Y sin embargo<br />
será distinto. En esta ocasión, por suerte, no hubo damnificados en<br />
la ciudad. Es decir: no hubo una panorámica para entender el desastre,<br />
pero sí un primer plano (imaginario). En ese día, los desagües<br />
no dieron abasto y alguna cloaca se tapó. En pleno centro de<br />
la ciudad, en su avenida emblemática, allí en donde viven los aristócratas<br />
de antaño y los nuevos ricos de las décadas recientes, las<br />
aguas servidas brotaban en el medio de la calle, como si se tratara<br />
de un manantial concebido por el demonio. El sol volvió rápido y<br />
secó con la efectividad que lo caracteriza las calles aledañas, pero<br />
el astro no pudo con esa cuadra: seguía empapada, y cierta fragancia<br />
se apoderaba del olfato de los hombres. Los transeúntes olían e<br />
intentaban mirar para otro lado. Pero la disociación a través de un<br />
sentido dogmático como el de la vista no alcanzaba. La nariz vencía<br />
al ojo y, por más que se intentara dejar de oler, la persistencia<br />
del hedor se imponía como un decreto de la naturaleza. La mayoría,<br />
lógicamente, aceleraba la marcha para dejar rápido ese paraje<br />
inmundo que destituía maléficamente la eficacia de un procedimiento<br />
característico de nuestro orden civilizatorio, a saber: toda<br />
nuestra mierda se debe depositar y enviar a un mundo invisible.<br />
Los abscesos hablan siempre de lo reprimido, como los deshechos<br />
y la basura, excesos improductivos que comportan siempre<br />
el inconsciente de cualquier sistema productivo. Ya volveremos<br />
cinematográficamente a ese paraje inicial que tanto incomodaba.<br />
Es como la mugre bajo la uña que, como lo recordaba Foucault,<br />
impedía a Platón explicar con qué idea sempiterna se correspondía<br />
esa suciedad microscópica tan imperceptible al tacto como<br />
visualmente molesta en las extremidades superiores.<br />
Al decir exceso y al pensar en vicios empiezan a sonar las trompetas<br />
puritanas de la moral, siempre matizada por nuestras representaciones<br />
torpes y automáticas acerca de los placeres de una<br />
vida licenciosa y las consecuencias negativas que inevitablemente<br />
provienen de los excesos. A toda borrachera le sigue una resaca, a<br />
todo viaje con drogas le prosigue el indeseado bajón. Se dirá con<br />
razón que los vicios deterioran, y de allí se predicará que la virtud<br />
consistirá en permanecer lejos de esas tentaciones hedonistas que<br />
tanto mal hacen al alma. En verdad, más que una moral que satanice<br />
una práctica o que eleve la abstención de ella a una práctica<br />
virtuosa, se necesita antes pensar políticamente los excesos. Para<br />
eso, la película paradigmática del año, por cómo se adentra en la<br />
economía política de los excesos, no puede ser otra que El lobo de<br />
Wall Street (2013), de Martin Scorsese.<br />
A esta altura, probablemente, no habrá muchos lectores que no la<br />
hayan visto. Como se sabe, Leonardo Di Caprio interpreta a Jordan<br />
Belfort, un típico ciudadano de clase media baja de Estados