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fútbol, de El secreto de sus ojos, de la adaptación del libro a la<br />
película, sale el tema del Oscar, qué significó y qué cambios<br />
me trajo. En el caso del libro, Lucas es muy mal llevado con<br />
eso y se siente incómodo, pero yo sé que también es entendible<br />
que haya ciertas preguntas que surjan. Por ejemplo esto<br />
de querer saber si las historias son reales o ficticias me lo preguntan<br />
muy seguido, pero esa es una pregunta de lector y yo<br />
me la hago mil veces cuando estoy leyendo. Lo que me causa<br />
gracia es qué incómodos que los pongo a los periodistas con<br />
ese texto de Lucas.<br />
–Volviendo a hablar de cosas que le pasan a Lucas y entrando<br />
tal vez en uno de sus lugares comunes. Lucas es<br />
autor de un libro muy exitoso y vive sólo de eso. En un<br />
punto con El secreto de sus ojos usted también tuvo un<br />
éxito enorme ¿Alguna vez sintió que el libro lo pasaba<br />
por encima? La verdad es que no, porque mi crecimiento<br />
como autor publicado fue más gradual de lo que la gente supone.<br />
Antes de El secreto de sus ojos ya había publicado tres<br />
libros de cuentos en los que había mucho de fútbol y se vendían<br />
bien. Ya tenía una carrera editorial más o menos en marcha.<br />
Es cierto que a El secreto de sus ojos le fue muy bien,<br />
pero no es que yo puedo vivir de los derechos del libro de acá<br />
hasta que me muera. Lo que sí me dio todo el fenómeno de<br />
El secreto de sus ojos fue muchas oportunidades de laburo.<br />
Para Eduardo Sacheri escribir es una necesidad, pero en esa<br />
necesidad, en esa pulsión también hay una dosis ambigua<br />
de placer y sufrimiento. “Te diría que ambos sentimientos<br />
se alternan porque cuando la necesidad se topa contra una<br />
pared, lo que hay es sufrimiento, frustración porque las cosas<br />
no salen, porque no le encontrás la vuelta, porque sentís<br />
que el libro se te escapa y los personajes te huyen. Cuando<br />
sentís que entraste en sintonía es la etapa más placentera del<br />
asunto. Sentís que el libro fluye, los personajes se sostienen<br />
y de algún modo viven. A lo mejor cuando terminaste con un<br />
libro, vuelve la parte de sufrimiento que tiene que ver por un<br />
lado con abandonarlo, con el duelo de que esos personajes te<br />
vayan dejando y por el otro lado, esta cosa tediosa y necesaria<br />
al mismo tiempo, que es corregir, un laburo muy importante<br />
para que el libro quede bien, pero que es aburridísimo. Llega<br />
un punto en el que estás harto de leerte. Todo es previsible,<br />
todo es evidente, todo está impostado y sentís que le ves las<br />
costuras por todos lados y no ves la hora de que se publique<br />
porque ya no querés volver a verlo”, dice Sacheri convencido<br />
de sus palabras.<br />
–En ese proceso de escritura, ¿se sienta a escribir una<br />
vez que tiene la historia cerrada o la va encontrando a<br />
medida que va escribiendo? En general necesito tener un<br />
esquema muy claro de qué es lo que quiero contar, por dónde<br />
me voy a meter y por dónde voy a salir. Por supuesto que después<br />
hay un montón de modificaciones en el medio, pero soy<br />
mucho más de esos escritores ordenaditos. Tomo apuntes, me<br />
hago diagramas, casi cuadritos sinópticos como los que usaba<br />
cuando estudiaba en la facultad. Una vez que tengo eso, recién<br />
me siento a escribir.<br />
Cada vez que empieza un libro nuevo, en un primer momento<br />
a Sacheri no le pesa la mirada de los otros porque siempre<br />
escribe sobre lo que quiere escribir. “El lector de ese libro<br />
soy yo. No lo digo en un sentido ampuloso, como si yo fuera<br />
mi mejor crítico, sino en el sentido de que yo escribo para<br />
contestarme preguntas. Entonces el libro es un intento de<br />
respuestas a esas preguntas”. En una segunda etapa, confiesa<br />
que la mirada ajena sí empieza a ser cada vez más importante.<br />
“Si yo me siento conforme con el libro y siento que dije cosas<br />
que a mí me importaron me encanta pensar que a alguien le<br />
pueda pasar algo con ese libro. A veces hablo con colegas que<br />
me dicen que no les importa si lo que escriben les gusta o no<br />
a los lectores. Yo lo respeto, pero no lo comparto. La verdad<br />
es que a mí me encanta que un libro mío guste. No me da lo<br />
mismo, creo que la mirada de los otros nos construye mucho”.<br />
En Ser feliz era esto, Sacheri se puso en la piel de una chica<br />
de catorce años para llevar adelante su historia. Alcanzar ese<br />
registro dice que fue uno de los desafíos mayores del libro.<br />
“Me interesa ser capaz de cambiar, de hacer algo distinto<br />
libro a libro. Venía de Papeles en el viento, que es una novela<br />
de cuatro cuarentones que se criaron en Castelar y son hinchas<br />
de Independiente. Es decir, comparten mucho conmigo.<br />
Entonces quería hacer algo distinto, cruzarme a la cabeza de<br />
una mujer, y a una mujer de catorce años, me pareció que<br />
era un desafío interesante. Yo tengo una hija de esa edad y un<br />
montón de alumnos adolescentes, así que ese registro lo tengo<br />
cerca de mi oído”.<br />
–Recién nombró a su hija y dijo que mucho de la construcción<br />
del lenguaje y los diálogos los tomó de su relación<br />
con ella, ¿Cómo recibió ella la lectura del libro?<br />
Le gustó y se sintió sorprendida. Si bien la historia en sí está<br />
lejos de nosotros porque por suerte no nos tocaron esas tragedias,<br />
el modo de relacionarse de ellos dos, los chistes, las<br />
chicanas, las burlas recíprocas con respecto al lenguaje del<br />
otro, los desafíos de “leete esto y dejate de joder”, son muy<br />
nuestros. Además, ella fue mi primera lectora. Me pareció<br />
que era justo que lo leyera, no sólo por todo lo que le pedía<br />
prestado, sino para que ella viera si encontraba una chica de<br />
catorce años o no en ese libro.<br />
El fútbol es otro de los lugares comunes en toda nota que le<br />
hacen. Muchas veces, incluso en ámbitos literarios, termina<br />
hablando más de fútbol que de literatura. Cuando le pregunto<br />
si eso le molesta, me responde: “A mí lo que me suelen<br />
molestar son las simplificaciones. Si te gustan mis cuentos<br />
de fútbol porque sólo ves fútbol en ellos, yo me lo tengo que<br />
bancar porque cada lector hace lo que quiere, pero yo siento<br />
que fallamos vos lector y yo autor. Porque mi idea es usar el<br />
fútbol para hablar de otras cosas que están atrás del fútbol.<br />
Del mismo modo que me encanta cuando alguien viene y<br />
me dice “a mí no me gusta nada el fútbol pero tu cuento me<br />
encantó por esto, aquello y lo otro” y yo digo “bárbaro, me<br />
encanta que te haya pasado eso”. Ahí siento que superamos la