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Se llama Regina Vaena y detrás de la conocida marca, referente<br />
insoslayable de la pastelería en nuestro medio, está ella,<br />
su familia, su historia. Porque incluso cuando estudió para<br />
perfeccionarse y mejorar su técnica, siempre estuvo aquella<br />
infancia en una casona de Avellaneda, con abuelos venidos<br />
él de Túnez y ella de Esmirna, con fondo de árboles frutales,<br />
con fruta secándose al sol, con una cocina llena de mujeres<br />
haciendo delicias judías y una nena que trabajaba junto a su<br />
abuela Catalina, experta en dulces orientales.<br />
Así lo cuenta en su libro, cada paso, una delicia, cada receta,<br />
una historia, cada sabor, horas de desvelo buscando eso que<br />
hace la diferencia. “Las nuestras eran casas pobladas de frutos<br />
secos, todas las especias que se pueden encontrar. Abrías una<br />
alacena y esa mezcla de aromas te hechizaba”, dice. Nucha<br />
cuenta que inevitablemente relaciona la cocina con las visitas,<br />
porque en la vieja casa familiar se cocinaba para recibir, para<br />
agasajar, y todo ese tiempo de preparación, que podía durar<br />
quince días o dos meses, era una fiesta de perfumes, de trabajo<br />
compartido, de recetas con historia. “Acompáñenme en<br />
este nuevo viaje. Es un viaje por la familia, por el mundo, por<br />
los placeres prohibidos y los sabores que nos alegran la vida”,<br />
dice en el prólogo del libro que lleva su nombre.<br />
Cuenta que siempre sintió la cocina como el corazón de su<br />
casa, de la infancia y luego, la de la casa en la que vivió con<br />
su marido y empezó la crianza de sus tres hijos, y a recibir a<br />
sus compañeritos. “Yo siempre estaba preparando cosas ricas,<br />
nuestra casa era un refugio ideal para niños golosos”, dice.<br />
Nucha es una mujer apasionada, no podría hacer las delicias<br />
que hace si no lo fuera. Aunque uno podría no notarlo<br />
inmediatamente. Sin embargo, hay un momento en que no<br />
lo puede ocultar, y es cuando habla del chocolate: “¿Comer<br />
tortas puede convertirse en un vicio?”. La respuesta es rápida,<br />
cortante, clarísima: “El chocolate es una adicción”, y luego:<br />
“La expresión justa es que soy adicta al chocolate”.<br />
El capítulo que le dedica en su libro es adrenalina pura. El<br />
deseo, el placer prohibido, la búsqueda de lo nuevo, la saciedad<br />
y lo insaciable, todo está en la precisión del recuerdo<br />
de cuándo y dónde lo descubrió, cómo lo fue incorporando,<br />
cómo se convirtió en su sello, un óvalo de chocolate con su<br />
nombre impreso colocado sobre sus productos. “La mayoría<br />
de las veces, el chocolate es mi inspiración, lo que me hace<br />
volar la imaginación y crear nuevas combinaciones y texturas.<br />
Es el plan que me da más ilusión: meterme en la cocina provista<br />
de chocolate a ver qué nueva idea se me ocurre. Y me<br />
sorprendo todo el tiempo. Es una aventura única”, confiesa.<br />
Con la misma entrega que le dedica a su método de “perderse<br />
en el mundo mágico de la prueba y el error”, como ella<br />
dice, Nucha está abierta a lo nuevo, a lo distinto. Así unió la<br />
repostería francesa a la herencia familiar, el chocolate y las<br />
frutas, en su marquise con damascos turcos. Así se dejó permear<br />
por las nuevas tendencias, y fue cambiando sus productos,<br />
aunque siempre con su toque. Y todo lo toma con alegría,<br />
el boom de la pastelería en estos años, las tendencias, las<br />
modas. “Hubo muchos cambios, hicimos muchos productos<br />
nuevos, tanto en sabores como formas y terminaciones. Los<br />
gustos han cambiado, la pastelería es o muy light, muy frutal,<br />
o todo lo contrario, y en el medio, todo lo que se te ocurra”,<br />
dice, entusiasmada, pensando tal vez en cómo cada cosa entró<br />
en su cocina y salió diferente.<br />
Entre las nuevas tendencias, inevitables, los cupcakes. “Son<br />
divertidos. Los degusté en Italia por primera vez hace algunos<br />
años, y me parecieron muy originales, con buenas terminaciones,<br />
bien decorados y los colores, muy vistosos. Después los<br />
probé en los Estados Unidos, muy ricos pero me parecieron<br />
más rústicos. Nosotros hicimos algo intermedio, combinamos<br />
la idea, metimos dulce de leche de relleno o en la masa, además<br />
de todo tipo de frutas, algo más a nuestro gusto. En este<br />
momento, la tendencia son cupcakes más grandes y rústicos”,<br />
explica Nucha.<br />
Ahora, a la vuelta de la construcción de su reconocida marca,<br />
Regina Vaena ha comenzado a transmitir sus conocimientos,<br />
su experiencia. “Estoy dando clases de pastelería por segundo<br />
año en mi local de la calle Armenia, donde tenemos un salón<br />
preparado para enseñar”, resume con humildad sus cursos y<br />
clases magistrales mensuales, en los que enseña las recetas de<br />
los productos de línea de venta y otras recetas. Un lujo para<br />
quienes las toman y un lujo que ella se permite después de casi<br />
toda una vida aprendiendo desde la tradición familiar, las clases<br />
de pastelería, su carrera de bioquímica, que siempre viene<br />
en su socorro a la hora de evaluar los ingredientes, las mezclas.<br />
Cuando a fines de 1989 empezó junto a sus hijos la aventura<br />
de la primera de sus ahora trece sucursales, a las que se suma<br />
su empresa de catering, ya hacía tiempo que hacía tortas para<br />
otros negocios. Y antes de eso, su vida cotidiana en la cocina,<br />
en el corazón de la casa, siempre, haciendo lo que ella define<br />
como “un mix de moderno y antiguo”, con sus recetas llenas<br />
de historias personales. No por nada, cuando se le pregunta<br />
quiénes son sus referentes en pastelería, responde: “Mi<br />
mayor referente fue mi abuela Catalina, experta en dulces<br />
orientales, pero no dejo de admirar a Escoffier, a Bilheux o<br />
Alain Ducasse”<br />
100 x 100 Nucha.<br />
Recetas con historia<br />
Editorial Sudamericana, 2014<br />
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