Revista Quid 55

“Mucho antes de que Amy fuera
adicta, nadie podía decirle qué hacer
–dice Mitch–, una vez que se hizo
adicta, su terquedad sólo empeoró”.
Izq. En la fotografía, sus padres
junto a la estatua realizada por
Scott Eaton en Camden.
de ella, no tenía sentido, por lo menos para mí. No quería ni podía elaborar algo documental
sobre Amy, quería indagar en cuestiones que atraviesan el acto creativo y la defensa del quehacer
artístico, de esa necesidad, a veces absurda, de hacer eso que uno no puede dejar de
hacer, y que conlleva también un lado oscuro y denso que hay que aprender a sortear. Pero mi
órbita gravitacional se encontraba en el mundo de las conjeturas. En esa incertidumbre, en
esa zona de ausencias me adentré. Mi voz concreta no iba a estar al frente, otras voces iban a
decir por mí. Llamé a cuatro cantantes, tres de ellas actrices: Mara Ferrari, Maia Orihuela,
Cecilia Czornogas y Alejandra Carballeda. Cuatro voces que admiraba y que eran diferentes
entre sí. Pensé para cada una de ellas una canción de Amy, por intuición, por asociación,
por color, por curiosidad, porque sí. Amy (No hay banda) fue una performance sobre Amy
Winehouse, sobre esas cuatro cantantes que participaron y sobre todas las cantantes. Un pequeño,
honesto y personal homenaje de una fan tardía.”
Había expectativa, por parte de familiares y amigos, respecto de la salida de escena de Blake.
Se especulaba que al haberse sacado de encima el lastre del matrimonio, iba a dejar los vicios,
pero no fue así. En los años que vinieron, fue abucheada por el público varias veces, dejó
shows por la mitad y protagonizó recordados papelones, como el de 2010, cuando cantó su hit
Valerie, junto a Ronson en un estreno de cine, olvidando parte de la letra.
El momento en el que Winehouse tomó la decisión consciente de ser autodestructiva no es
preciso, pero a los veinte, sólo siete años antes de morir por intoxicación con alcohol, sus ideas
sobre la vida eran bastante diferentes: “Me gustaría ser recordada como alguien que no estaba
satisfecha con un solo nivel musical, como alguien que fue una pionera –dijo al diario The
Independent, soñando un futuro muy distinto–. Tengo todo este tiempo para que eso suceda,
eso es lo más emocionante. Tengo años para hacer música. (…) En 10 años más tendré 30, así
que tal vez tendré un bebé. (…) Me veo establecida, casada y con hijos, pero cuando pienso
en una vida de familia en el futuro, rara vez hay un hombre involucrado, lo que es un poco
raro. (…) Creo que sería una buena madre, bueno, eso espero. Espero no ser una madre de
mierda. Cuando tenga hijos quiero tener un montón de ellos, por lo menos cinco. Siempre
voy a trabajar desde casa y tendré un estudio en mi casa. (…) Me imagino que estoy grabando
abajo, en el sótano, y que los niños vayan a buscar a su mamá. Luego van a intentar cantar en
el micrófono y va a ser lindo”.
En marzo de 2011, Winwhouse, que se unió a Tony Bennett en los estudios Abbey Road para
grabar el estándar de jazz de los años 30 Body and soul, para el segundo disco de duetos del
cantante. “Era alguien con extraordinarias aptitudes musicales y una extraña intuición como
vocalista –recordó Bennett–. Era una persona encantadora e inteligente. Cuando grabamos
juntos, su actuación fue extraordinaria, llena de alma (…). Era realmente una gran cantante
de jazz, una verdadera cantante de jazz. (…) Desde Elvis Presley, los Beatles y los Rolling
Stones, ella fue la única cantante capaz de cantar, como yo lo llamo, como debe ser.” También
opinó sobre lo relativo al lado oscuro: “Ella sabía que estaba en peligro, que no iba a vivir. No
se trataba de la drogas, era el alcohol en la recta final”.
La prensa registró la debacle de Winehouse y la ubicó en el panteón de mártires del rock.
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