20.07.2015 Views

Revista Quid 55

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

puesto público para el beneficio privado,<br />

si bien no es atribución exclusiva de los<br />

políticos, se la asocia comúnmente con<br />

ellos ya que las importantes posiciones<br />

de poder que ocupan hacen que las<br />

oportunidades para la corrupción aumenten<br />

y sus costos disminuyan. Aunque<br />

es generalmente identificada como un<br />

delito, qué es corrupción y qué no y, en<br />

consecuencia, qué es un delito y qué no<br />

puede cambiar de un país a otro e, incluso,<br />

entre regiones de un mismo país.<br />

Pensemos por ejemplo en los regalos.<br />

¿Cómo diferenciar un regalo que se le<br />

da a alguien que ocupa una posición de<br />

poder de un soborno?<br />

En la mayoría de las sociedades, el intercambio<br />

de regalos es una costumbre<br />

completamente incorporada desde<br />

tiempos inmemorables. Pero también lo<br />

es la búsqueda de rentas. La búsqueda<br />

de rentas (o rent-seeking) es el intento<br />

de obtener un rédito económico a través<br />

de la manipulación del entorno social o<br />

político en que tiene lugar una actividad<br />

económica, en lugar de hacerlo a través<br />

de la creación de nueva riqueza. Robert<br />

Shiller, economista estadounidense<br />

y docente de la Universidad de Yale,<br />

aclara esta idea mediante el ejemplo de<br />

un señor feudal que pone una cadena<br />

cruzando un río que atraviesa su tierra<br />

y contrata a alguien para que le cobre<br />

a todo bote que desee cruzarla. Definitivamente<br />

una cadena y alguien encargado<br />

de cobrar no agrega ningún tipo<br />

de productividad pero, sin embargo, el<br />

señor feudal consiguió una nueva forma<br />

de ganar dinero. Volviendo al presente,<br />

ejemplos de búsqueda de rentas serían<br />

los gastos en lobby político mediante los<br />

cuales inversores y empresarios buscan<br />

obtener beneficios gubernamentales,<br />

subsidios o regulaciones para los competidores<br />

que les permitan extraer un rédito<br />

mayor sin necesidad de aumentar la<br />

inversión que, si bien no son tan usuales<br />

en nuestro país, sí lo son en otros lugares<br />

del mundo.<br />

Ahora, ¿es tan fácil distinguir cuándo un<br />

regalo se convierte en un intento de obtener<br />

un beneficio de este tipo? Si bien<br />

hay casos blancos y negros, como podría<br />

ser el contraste entre una canasta de frutas<br />

y un auto de alta gama, los grises se<br />

imponen y lo que es considerado aceptable<br />

varía de país en país, de región en<br />

región e, incluso, de persona en persona<br />

y parece difícil de definir. Por ejemplo,<br />

en España se promulgó recientemente<br />

una Ley de Transparencia que dice que<br />

los altos cargos de las administraciones<br />

no podrán aceptar “regalos que superen<br />

los usos habituales, sociales y de<br />

cortesía” y que en caso de no cumplirse<br />

se podrán iniciar acciones legales. Sin<br />

embargo, esta definición no parece estar<br />

brindando criterios demasiado claros y la<br />

distinción parece quedar en el tan poco<br />

común “sentido común”. Por otro lado,<br />

en los Estados Unidos, si bien los criterios<br />

son más claros, varían enormemente<br />

entre los estados desde la prohibición<br />

absoluta a la completa libertad. Además,<br />

en dicho país la distinción se complica<br />

aún más al incorporar otro gran gris de<br />

las prácticas políticas: el pork-barrel.<br />

Este término de casi imposible traducción<br />

(“barril de cerdo” pero no parece<br />

ser una buena idea…) tiene su origen<br />

en la práctica en los Estados Unidos<br />

pre Guerra Civil de darles a los esclavos<br />

un barril lleno de carne de cerdo<br />

salada como recompensa y obligarlos<br />

a competir por una parte de su contenido.<br />

Actualmente se utiliza en forma<br />

peyorativa para referirse a programas<br />

gubernamentales u obras públicas cuyos<br />

beneficios económicos se encuentran<br />

geográficamente limitados pero que se<br />

financian con bases impositivas amplias.<br />

Es decir, una obra que beneficia a unos<br />

pocos contribuyentes pero que se paga<br />

con los aportes de todos. Y aunque puede<br />

parecer una práctica injusta no es una<br />

práctica ilegal. De hecho, frente a recientes<br />

críticas de Barack Obama a esta<br />

práctica, muchos políticos, entre quienes<br />

cobró notoriedad pública el senador demócrata<br />

Harry Reid, sostuvieron que es<br />

la forma más eficiente y segura de lograr<br />

que los beneficios del Estado lleguen a<br />

los ciudadanos. Para peor, es probable<br />

que ambas posiciones estén en lo cierto.<br />

Esto se debe a que posiblemente este<br />

tipo de legislación es vital para lograr<br />

que se lleven a cabo obras públicas como<br />

puentes o escuelas y también ha sido históricamente<br />

la herramienta utilizada en<br />

las negociaciones necesarias para lograr<br />

la aprobación de importantes leyes nacionales<br />

en congresos fragmentados. Sin<br />

embargo, si los legisladores tan sólo se<br />

ocuparan de pelearse por un poco de carne<br />

salada para su distrito, los ciudadanos<br />

definitivamente se verían perjudicados. Y<br />

una vez más, pareciera que el problema<br />

no son las prácticas sino los excesos.<br />

Si todavía no están convencidos, piensen<br />

en el caso de Brasil. El Congreso brasilero<br />

ha estado históricamente fragmentado<br />

(luego de las últimas elecciones habrá<br />

nada más y nada menos que 28 partidos<br />

sólo en la Cámara de Diputados) por lo<br />

que el partido del presidente casi nunca<br />

ha sido capaz de controlar más que una<br />

primera minoría de las bancas. Esto los<br />

ha llevado a incorporar en el gabinete, a<br />

modo de gobierno de coalición, a miembros<br />

de otros partidos con representación<br />

legislativa y a negociar votos en<br />

favor de leyes de importancia nacional a<br />

partir del apoyo para proyectos de interés<br />

local de los legisladores. Sin embargo,<br />

en la búsqueda constante de apoyos,<br />

estas prácticas legales pueden ser excedidas<br />

y los políticos pueden abandonar la<br />

zona gris, como ha sido el caso del escándalo<br />

político del mensalão en 2005.<br />

Y las posibilidades de excesos por parte<br />

de los políticos no parecen estar limitadas<br />

sólo a cuestiones de dinero. En<br />

Pacientes del Estado, libro publicado recientemente<br />

por Javier Auyero, sociólogo<br />

argentino y docente de la universidad<br />

de Austin, el tiempo ajeno aparece como<br />

otro de los posibles objetos de abuso de<br />

los políticos. Si bien Auyero se ocupa de<br />

cómo la espera y manipulación de tiempo<br />

de los más excluidos los desposee hasta<br />

de su propio tiempo, no pareciera que<br />

el resto de los ciudadanos estuviéramos<br />

libres de este posible abuso. Después<br />

de todo, el que se hace esperar, hace<br />

uso del tiempo del otro y cualquier uso<br />

puede ser transformado en un abuso por<br />

medio del exceso. Y aunque si no fuéramos<br />

proclives al exceso, seríamos ángeles<br />

y no necesitaríamos gobierno, la verdad<br />

es que no lo somos…<br />

* Licenciada en Ciencia Política, UBA.<br />

77

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!