Revista Quid 55

den causar gracia. Pero no sólo eso...
–Al momento de decidir escribir una novela coral, ¿por
qué se centró sólo en las voces de Andy, Mara y Romina?
¿Por qué no hablan Gordini, Lara o Roberto (el
conejo que siempre los acompaña)? Estaría muy bueno
que Roberto hablara. No se me había ocurrido. Quizá para la
próxima. Me centré en esas tres voces porque ya con eso resolvía
el argumento. Andy y Gordini van juntos, y habla Andy.
Mara y Lara van juntas, y habla Mara. Romina va sola, y habla.
Es una cuestión económica. Otra novela posible, el lado B
de Las chanchas, contendría las tres partes en las que hablan
Gordini, Lara y Roberto.
–El personaje de Romina es una continuidad de Los
topos. ¿Por qué decidió incluirla en Las chanchas? Porque
en un momento, mientras escribía, me di cuenta de que
la mujer de Andy era Romina. Y como mi impulso es estirar...
Romina había quedado tirada en Los topos. No se sabía qué
había pasado con ella, con su embarazo. Bueno, ¡ahora ya
saben! Su militancia en HIJOS se convierte en la nueva militancia
que encaran las víctimas de delitos comunes. En los dos
casos, como se ve, una militancia que la ciega. En Los topos
no le permitía ver que su novio estaba en otra cosa, otra búsqueda.
Acá, le impide ver que las chicas por las que pide están
en su propia casa. La forma de resolver su ceguera es una
negación mayor. Estas cosas pasan. A Romina le pasan. Es un
personaje muy fuerte pero muy inestable. Hay que ver cómo
sigue su vida. Prometo nuevas entregas.
–Andy asegura: “Viviendo así parecemos animales, y
somos felices”. Mara se enamora dos veces de conejos
y los llama por los nombres de personas interesadas en
ella: Mauro, un niño con el que pasó unas vacaciones en
su infancia; y Gordini, su secuestrador. ¿Podría hablar
de la presencia de animales en su escritura? Hay muchos
animalitos, es cierto. Los conejos, además, atraviesan todo y
se relacionan con todos en diferentes momentos de sus vidas
y en diferentes roles. Se crían para comer y se comen, se venden
a magos y se usan para shows de magia. Son sustituciones
afectivas. Los perros, en cambio, vienen a marcar puntos de
giro con sus ataques. Y hay otros, como el chancho o los peces,
que sólo se comen. También hay unos monos que arrojan su
mierda desde los árboles, y las cotorras que en la escena inicial
son devoradas por los marcianos. Después está el título, que
habla de chanchas, ¿no? Un poco lo que pasaba en Los topos.
Creo que los personajes se estiran hasta su condición de animales.
Sea por las cosas que hacen, sea por la forma en que
pueden ser nombrados a través de esas jergas delictivas de las
tramas en las que se ven envueltos. No tengo muchas explicaciones
al respecto. A mí, por ejemplo, me inquieta un poco esa
escena en la que Romina atraviesa en la noche un claro en el
monte y encuentra vacas durmiendo, alumbradas por la luna
y el cielo estrellado. Ese claro lleno de vacas que duermen
queda ahí, como palpitando. ¿Qué hacen ahí? ¿Quiénes son?
Quizá mi próxima novela se llame Las vacas