La Sirena Varada: Año II, Número 14

Cuando la policía llegó pasadas las doce,
el cuerpo desnudo estaba sin vida.
—Señor, es nuestro hombre, el violador
de media noche —al terminar le
entregó la nota hallada sobre el abdomen
de la víctima—. Fue asesinado por
una mujer —volvió a intervenir el oficial
mientras señalaba enterrado en el
pecho, un filoso accesorio de madera
utilizado para sujetar los cabellos.
—Pues sí, soldado, hasta los mal nacidos
como él terminan enamorándose y
cometiendo errores de confesión.
Ken Jact Fernández León
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Los neones inundaban de luz el pequeño
asteroide. Un hipermercado del
sexo ofreciendo sus servicios en medio
de la nada.
—Bienvenido al Planeta del Amor, el
universo de los sentidos —tuteaba a los
visitantes una voz más monótona que
sugerente―. Por favor, si deseas una
visita realmente exclusiva utiliza nuestros
puntos de atención personalizada.
―Varón, blanco, cincuenta y dos años —fui
siguiendo el cuestionario―. Cabina individual.
Morena, menos de veinte, nacional.
Esperé hasta que se encendió la luz
al otro lado del cristal.
Gregorio Vega Cuesta