La Sirena Varada: Año II, Número 14
El decimocuarto número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
El decimocuarto número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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Damián lo tomó de forma muy madura.<br />
Germán lloró. Ambas intercambiamos<br />
nuestras sensaciones mientras armábamos<br />
las valijas para el viaje.<br />
El día de la salida papá inició la misma<br />
rutina de todos los años: Se levantó<br />
muy temprano y se fue solo con el<br />
auto a la estación de servicio a cargar<br />
nafta, revisar las ruedas, el agua y el<br />
aceite. Mamá realizó el recorrido por<br />
toda la casa chequeando no olvidarse<br />
nada. Nosotras nos levantamos aún<br />
dormidas a desayunar. Casi al mismo<br />
momento en que el sol asomaba, toda<br />
la familia se dispuso para salir a la ruta.<br />
Una repetición del desayuno a la altura<br />
de Chascomús y a seguir viaje. Papá se<br />
entretenía mirando las funciones nuevas<br />
del GPS y mamá cebaba mate cuando<br />
se nos cruzó el caballo.<br />
Una frenada repentina, el auto pierde<br />
estabilidad y papá tira el volantazo. <strong>La</strong>s<br />
ruedas se despegan del suelo a más de<br />
130km/h y el horizonte se da vuelta en el<br />
parabrisas. Escucho el grito desesperado<br />
de mamá. Papá intenta agarrar fuerte<br />
el volante, pero se golpea la cabeza<br />
contra el parante de la puerta. <strong>La</strong> miro<br />
a Solana. En su cara no veo siquiera un<br />
atisbo de pánico. Tiene la misma cara<br />
de caprichosa que le vi en la kermesse el<br />
día de los cachorritos. Me agarra fuertemente<br />
del brazo y me dice «ojalá nunca<br />
nos tuviéramos que ir».<br />
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