La Sirena Varada: Año II, Número 14
El decimocuarto número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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V<br />
Alberto había pasado a la ideal a comprar<br />
un pie de queso. Sabía que Elena se pondría<br />
feliz. De repente, por alguna razón<br />
recordó que hacía una semana encontró<br />
a un hombre frente a las escaleras del departamento<br />
viendo hacía la ventana que<br />
daba a la zotehuela. Le gritó qué hacía y<br />
el sujeto se volteó y le dijo: «buenas noches,<br />
so-solo aquí». Alberto no se tragó<br />
la respuesta pero lo dejó pasar porque<br />
estaba cansado. Cuando entró al departamento<br />
saludó a los gatos, Elena no había<br />
llegado aún, así que decidió revisar la<br />
casa. Cuando entró a la zotehuela se dio<br />
cuenta de que la ropa interior de Elena<br />
estaba tendida, entonces comprendió<br />
qué era lo que aquél sujeto veía. ¿Elena lo<br />
conocería? ¿Sería su amante o algún exnovio?<br />
No lo sabía pero estaba dispuesto<br />
a averiguarlo. A partir de ese recuerdo, la<br />
ira de Alberto creció silenciosamente.<br />
Estaba formado en la fila para pagar<br />
cuando recibió el mensaje: «Esta noche me<br />
voy, por favor no me busques, no quiero volver<br />
a verte». Alberto azotó el pie en el suelo<br />
y quiso ir al departamento de inmediato.<br />
El policía de la entrada trató de detenerlo<br />
para que pagara el pie, pero Alberto le dio<br />
un puñetazo que lo tiró al suelo. <strong>La</strong> gente de<br />
la panadería se quedó muda y él pudo irse.<br />
Estaba a veinte minutos de la casa.<br />
VI<br />
Elena escuchó unos pasos cercanos a<br />
la puerta, en un arranque de desesperación<br />
botó el seguro y giró la perilla.<br />
De repente pasó saliva en un largo trago<br />
y recordó las palabras de Marcia:<br />
—No abras la puerta.<br />
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