01.02.2019 Views

La Sirena Varada: Año II, Número 14

El decimocuarto número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

El decimocuarto número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Hace un charco que te amo, María.<br />

Antes de tu llegada, el zacate dorado<br />

estaba tirado sobre las tierras<br />

secas. Y tú que no venías.<br />

Ay, María, cómo te extrañaba. Lo sé,<br />

ni nos conocíamos, pero se preparaba,<br />

se barbechaba el ambiente para el siguiente<br />

ciclo de fertilidad, de nueva<br />

vida, de tu misteriosa llegada.<br />

Pensaba en hacer rituales para tu venida.<br />

Agradecer por anticipado lo que<br />

está por entrar a mi vida. Pero ya lo hacían<br />

los hombres del campo. <strong>La</strong>braban<br />

la tierra para esparcir después sus semillas.<br />

<strong>La</strong>s plegarias de sus cantos se elevaban<br />

como haciendo uno con el viento.<br />

Entonces ascendían, eran escuchadas,<br />

procesadas y sólo esperaban para ser<br />

regresadas en el momento preciso, en<br />

el instante necesario y en las condiciones<br />

adecuadas para su acción. <strong>La</strong> Tierra<br />

entendía de este sacrificio por sus hijos.<br />

Un poco de deformación para después<br />

llenarlos de sus frutos para su sustento.<br />

Por las noches, me sentaba fuera de<br />

la casa, contemplando el campo, el trabajo<br />

del día. <strong>La</strong>s lucecitas del cielo y de<br />

la tierra, hablaban de ti.<br />

En marzo, sus vientos salvajes, no<br />

domesticados, me murmuraban tu venida.<br />

Te sentía más cerca, mi vida.<br />

Existía una armonía entre la iluminación<br />

nocturna del suelo y aquella<br />

proveniente de lejanos mundos. Una<br />

de esas noches, solicité tu compañía al<br />

cielo. Aun así, de cualquier forma llegarías,<br />

conmigo o sin mí. El presagio de tu<br />

llegada fueron las luciérnagas, con las<br />

primeras lluvias. Los espíritus del vaho<br />

que desprendía la tierra mojada, únicamente<br />

a mí me mostraban tu silueta, tu<br />

belleza femenina.<br />

El suelo húmedo permitía la comunión<br />

para la penetración, depositar la<br />

semilla en este acto de amor. Por donde<br />

miraba, florecían todos los colores de<br />

esperanza, que se esparcían por doquier.<br />

Estaba por impacientarme. Sin embargo,<br />

recordé de mis labores del campo<br />

y de los mismos tiempos que se<br />

toman las mujeres para llegar, como la<br />

mismísima Tierra que se prepara para<br />

seducir con sólo mirarla.<br />

Llovió alguna noche, más que de<br />

costumbre. Vendavales agitaban los<br />

árboles, las casas, mi casa, mi corazón.<br />

Me sentí perturbado. Y dudé conocerte.<br />

Pero al amanecer de aquella noche tempestuosa,<br />

olí tu presencia, a minerales<br />

remojados del suelo que se evaporan,<br />

algo así como la frescura de la Tierra.<br />

El sauce llorón de la casa, ése que<br />

guardaba su rocío, junto al camino, con<br />

los aires dejó caer sus lágrimas cuando<br />

descansaba debajo de él. Miraba hacia<br />

abajo, mejor dicho, al charquito del rocío<br />

que crecía ante mí. Veía las simpáticas<br />

ondas que se producían con el soplo<br />

de la Tierra, con el aire en movimiento.<br />

De repente, allí estabas en el reflejo<br />

del agua. Alcé la vista y tú, preciosa.<br />

Ay María, como ansiaba conocerte.<br />

Tu voz tímida dijo:<br />

—Buenas tardes, ¿éste es el pueblo<br />

de San Juan?<br />

Entonces supe que te quedarías y me<br />

arrebaté empezar a amarte. Así pasaron<br />

los meses y sabíamos de nosotros.<br />

Húmeda y tersa era tu piel que se regocijaba,<br />

con abrirse poco a poco a los<br />

actos de amor, entregados en jugosos<br />

manjares al pie de nuestro árbol.<br />

Con junio, y la fiesta del pueblo, te<br />

invité a la feria.<br />

¡Ay, María, qué día tan desgraciado!<br />

Nos cruzamos en el camino y no nos<br />

vimos. Un aguacero se dejó caer. Sólo<br />

llegaste al sauce llorón para cubrirte.<br />

23

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!