La Sirena Varada: Año II, Número 14
El decimocuarto número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
El decimocuarto número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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Alfredo y Martín ese domingo pasaron<br />
toda la mañana buscando un<br />
departamento para alquilar, era<br />
hora de independizarse, de llevar una<br />
vida plagada de placeres y aventuras,<br />
pero lo que ganaban como cadete y notero<br />
en el diario local no alcanzaba para<br />
gran cosa, nada habían conseguido accesible<br />
para sus deterioradas economías.<br />
Luego de tres largas semanas, al fin<br />
encontraron una pequeña casa pero<br />
confortable y muy barata, ya que la<br />
misma se encontraba amueblada, el<br />
único inconveniente era la lejanía con<br />
sus trabajos.<br />
Ya firmado el contrato de arriendo<br />
la curiosidad llevó a Alfredo a preguntarle<br />
al empleado de la inmobiliaria el<br />
motivo del bajo costo del alquiler de la<br />
vivienda, el que le contestó que se hacía<br />
difícil arrendarla por el mal estado<br />
de la casa lindante, que la gente decía<br />
pavadas de esa vieja casona, las tonteras<br />
de siempre, historias de fantasmas<br />
y muertes lejanas en el tiempo que nadie<br />
puede corroborar y que solo sirven<br />
para arruinar el barrio.<br />
En todo caso una vieja casa deshabitada<br />
no era un problema para ellos.<br />
No había mucho que mudar, excepto<br />
la ropa y algún que otro recuerdo, el<br />
lunes por la mañana salieron juntos<br />
hacia el trabajo después de quedar de<br />
acuerdo en que el desayuno lo haría un<br />
día cada uno.<br />
Al regresar esa nochecita tormentosa<br />
de junio recién se percataron de lo<br />
poco iluminado de estas calles suburbanas,<br />
pero dos hombres juntos no tendrían<br />
temor por un poco de oscuridad.<br />
Mientras caminaban, Martín le recordó<br />
a Alfredo que a las once saldrían a festejar<br />
la nueva vida, que había quedado<br />
con dos amigas para encontrarse en un<br />
pub, actividad con la que Alfredo estaba<br />
totalmente de acuerdo y entusiasmado.<br />
Ingresaban a la casa cuando a Alfredo<br />
le pareció ver una tenue luz moverse<br />
dentro de la vieja casa vecina, pero<br />
no le dijo nada a su compañero.<br />
Martín se fue al cuarto a preparar en<br />
su laptop la nota que tendría que presentar<br />
al día siguiente y le informó que<br />
luego se ducharía.<br />
Alfredo se desparramó en el confortable<br />
sillón que había en el living, esto<br />
es vida se dijo a sí mismo, trató de dejar<br />
un momento su mente en blanco,<br />
pero no lo conseguía esa lucecita en la<br />
casona lo tenía inquieto.<br />
Ya no soportó más, tomó la linterna<br />
que estaba sobre la heladera y salió sin<br />
dar aviso.<br />
Al llegar a la verja que rodeaba la roída<br />
casona vio que la reja de entrada no<br />
tenía candado, la empujó suavemente<br />
y el óxido hizo rechinar sus bisagras,<br />
aún llevaba su linterna apagada, miró<br />
hacia adentro desde la ventana donde<br />
le pareció haber visto la luz, pero nada<br />
pudo observar, solo paredes descascaradas<br />
y llenas de humedad, la curiosidad<br />
de Alfredo lo llevó hasta la puerta<br />
de ingreso que estaba muy carcomida<br />
por la intemperie, trato de abrirla, pero<br />
la humedad había hinchado la madera<br />
y no podía lograrlo, tomó un poco de<br />
aire y con un empellón de su hombro, la<br />
puerta al fin abrió, dio un par de pasos<br />
dentro de la casa y se llevó por delante<br />
una gran telaraña que se pegoteo a su<br />
rostro incomodándolo, encendió la linterna<br />
para no tener otra sorpresa desagradable,<br />
camino muy sigilosamente,<br />
no quería hacer ruido, pero a cada<br />
paso que daba el resquebrajado piso<br />
de madera contestaba con una queja,<br />
realmente era un lugar tenebroso, para<br />
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