La Sirena Varada: Año II, Número 14

que no creyeran que se había dado a la
fuga, como decían».
»Hoy por la mañana fui al solar, allí
estaban todavía la policía y unos peritos
de los bomberos analizando aquello.
»Según me dijeron los vecinos, la cosa
empezó como a las once de la noche. El
marido había llegado borracho y drogado
y discutieron porque él le había robado
el dinero que ella estaba reuniendo
para comprar un televisor. Dicen que en
la discusión salió a relucir lo que Yurima
siempre le decía, «que ya estaba cansada
de que la humillara, la explotara y la
hiciera jinetear para que el muy sinvergüenza
se lo gastara en bebida y drogas
con otras mujeres». Eso oyeron los vecinos
y después, como siempre, la paliza,
los gritos y las amenazas de ella: «Tú me
las vas a pagar».
»Pero esta vez sí se las pagó todas de
verdad. Supe que después de la bronca
Yurima esperó que él se durmiera. Lo
roció con alcohol y luzbrillante de los
que usaba para cocinar, prendió un fósforo,
se lo tiró y salió del cuarto. Cerró
la puerta por fuera con candado.
»Al parecer el tipo murió sin despertarse
porque, los vecinos que la vieron
salir del solar, no lo sintieron gritar.
Luego fue cuando se formó el alboroto.
Dicen que aquello fue del carajo. El
humo, las llamas y el corre-corre… Tuvieron
que lanzar cubos de agua como
pudieron para aplacar el fuego y que
no se quemara el solar completo, hasta
que vinieron los bomberos.
»Lo sacaron hecho un chicharrón.
»La pobre Yurima, que tanto ha sufrido
en su vida desde que perdió a su
madre y tuvo que ayudarme a criar a sus
hermanos… Y ahora, apenas acaba de
cumplir diecisiete, y mira lo que le pasa.
»Tendrá que estar más de quince
años presa, pero la visitaremos y nos
ocuparemos de ella el tiempo que sea.
Se lo merece, porque siempre ha sido
muy noble y se ha ocupado de todos.
»Eso sí, ya ese cabrón, que en paz
descanse, no la jode más».
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