La Sirena Varada: Año II, Número 14

Mientras un escuadrón abatía la puerta
delantera, otro se abrió paso por una
ventana del lado opuesto, entre una
cascada de vidrios y astillas de madera.
Cuarenta y cinco hombres armados
hasta los dientes y con capuchas negras
en la cabeza irrumpieron en la sala.
Sentado en aquél sillón, lo que helaría
la sangre a cualquiera, era su aparente
serenidad y su diminuto destello de
inocencia. Siempre quiso ser el enemigo
público número uno. Ésta era la forma
de hacerle saber que lo había logrado.
Gilberto Arvizu Morales
Hace meses que Zarena aguarda un
turno en el hospital. El primer día le
dicen que el pediatra está en cirugía.
El segundo, que hay casos más graves,
que lo suyo no es urgencia. El tercero,
que vuelva la semana que viene. Y así,
pasan 69 días, cada uno con una excusa
distinta pero similar. El día 70, Zarena
vuelve a casa derrotada. Después de
tanto esfuerzo inútil, decide rendirse.
Por primera vez desde que empezó el
calvario, duerme profundamente. Ningún
llanto la despierta en la noche.
Paulo Neo
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