mexicanas
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Elisa T Hernández-Acosta<br />
lo que me atrevo a decir que la labor editorial comienza con reconocer el potencial<br />
de cada texto, examinando sus características textuales, a veces viendo más allá de<br />
lo evidente y soslayando las arriesgadas propuestas autorales.<br />
La osadía autoral de la que hablo casi nunca tiene que ver con el tema central del<br />
artículo o con desconocer la ciencia en materia —aunque sí llegan textos de<br />
pseudociencia o totalmente ajenos al contenido temático de la publicación—, sino<br />
que esta audacia tiene que ver con la forma en que está tratado el asunto en cuestión<br />
y con el tono con el que se aproximan al público. En resumidas cuentas, con el<br />
absoluto desconocimiento de la publicación a la que mandaron su artículo y que será,<br />
en el mejor de los casos, hospedera de sus ideas.<br />
La publicación<br />
Son muchísimas las razones por las cuales un manuscrito llega a nuestras manos para<br />
ser editado. Una posibilidad es que el prestigio de la revista 5 o del editor representa<br />
un valor agregado para el autor, así que, conociendo plenamente la publicación<br />
—incluso siendo lector de ella—, decide que es ahí donde sus textos se tienen que<br />
difundir. Por ello asumimos que sabe algunas características básicas como: quién lee<br />
esa revista, la extensión de los textos, quién publica en ella, o suponemos que al<br />
menos sabe dónde y cómo conseguir un ejemplar para hacer una revisión a vuelo de<br />
pájaro de los criterios editoriales antes de escribir su artículo.<br />
También ocurre, con mayor frecuencia de la que quisiéramos admitir varios<br />
editores, que el autor refrenda su texto a nuestra revista después de haber sido<br />
rechazado en otra —incluso otras, así en plural—, de modo que recibimos<br />
artículos escritos en un formato ajeno a las características que explícitamente<br />
enunciamos en las tan pomposamente llamadas “normas editoriales”. Cuando el<br />
texto está colmado de estas inapropiadas virtudes, seguramente implica más<br />
trabajo para el editor —de lo cual hablaré más adelante—, pues es probable que<br />
el conjunto de notas, citas y referencias que componen su aparato crítico no<br />
sean las estipuladas para la publicación; que la estructura del texto no se acerque<br />
a lo que nosotros llamaríamos artículo; que imágenes, esquemas y diagramas no<br />
funcionen para la revista —porque, por ejemplo, nos las envían a color y nuestra<br />
publicación es en una tinta con medios tonos—; además de que el lenguaje<br />
utilizado puede desenmascarar el verdadero público meta al que pensaba<br />
dirigirse la primera vez, cuando se sentó a redactar el artículo para la revista que<br />
lo rechazó.<br />
5<br />
En el caso de una revista académica indizada, el factor de impacto puede ser un incentivo extra para<br />
que el autor escriba en ella.<br />
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