mexicanas
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¿El autor nace o se hace? Un proceso editorial cercano como coyuntura<br />
para formar autores<br />
que concierne a las competencias gramaticales radica en el conocimiento de las<br />
normas que rigen la lengua —fonemáticas, morfológicas y sintácticas—, ya que el<br />
editor intervendrá en varios niveles de la estructura oracional. Finalmente, las<br />
competencias textuales están relacionadas con la organización textual: coherencia,<br />
cohesión, intencionalidad, aceptabilidad, etcétera.<br />
De esta manera, aunque el trabajo editorial pueda parecer fácil a simple vista, en<br />
realidad representa trabajo arduo, pues incluye controlar muchos detalles que<br />
escapan a la vista de cualquiera. Cuando el editor pone en juego todas estas<br />
habilidades al revisar un texto, tiene que recordar continuamente que su trabajo<br />
está supeditado al del autor. Por lo que precisa establecer un diálogo cercano para<br />
evitar sobrecorregir o ultracorregir, porque sí, también nosotros podemos afectar<br />
negativamente el trabajo del autor y, globalmente, el editorial.<br />
El binomio autor/editor<br />
Lógicamente surge la pregunta: ¿cómo establezco un diálogo efectivo y diplomático<br />
con el autor?<br />
Muchas veces no importa qué tan diplomáticos seamos al pedir un cambio,<br />
recibimos malhumoradas respuestas. En mi experiencia como editora, pero<br />
principalmente como autora, el hartazgo al recibir las peticiones editoriales se debe<br />
al tipo de comentarios que se hacen sobre los originales. Es cierto que el autor no ve<br />
algunos errores por atender principalmente las ideas que quiere comunicar y que<br />
del editor depende la buena ortografía y la estructura del discurso, pero créanme<br />
que no vale la pena gastar energía en pedirle al autor corregir lo que para él son<br />
banalidades, así que es mejor enfocarnos en solicitar cambios del contenido. A<br />
continuación lo explico con un ejemplo.<br />
Supongamos que estoy revisando por vez primera un texto que tiene muchas<br />
deficiencias: ortográficas, “dedazos” y de desarrollo del tema. Digamos que el autor<br />
no distingue un “si” condicional de un “sí” de afirmación, y que tampoco distingue<br />
entre dos conceptos que confunde en su artículo. ¿A los cuántos comentarios<br />
espero que el autor entienda la diferencia entre estos dos monosílabos?, ¿vale la<br />
pena citar a la RAE cada vez que falta un acento enclítico?, ¿por qué no mejor sólo<br />
corrijo la falta y ya?, ¿será que después de leer diez comentarios sobre acentos, nos<br />
atienda sobre la falla conceptual?<br />
Pues, aunque parezca mentira, como autora he recibido muchísimas veces<br />
cátedras sobre acentos en un globito del editor de texto y ni un sólo comentario<br />
acerca de mi narración, situación que se vuelve inverosímil y enfadosa. Entonces,<br />
apelando a mi experiencia, recomiendo que al hacer las notas para el autor se<br />
priorice el tipo de comentarios a los que les invertirá energía y tiempo; es mejor<br />
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