mexicanas
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Jan Rus, Gracia Imberton Deneke, Gustavo Peñalosa Castro, María Isabel Rodríguez Ramos<br />
Mientras tanto, como consecuencia de la crisis petrolera internacional de 1973 y<br />
1974 y de la seria crisis financiera nacional que ocurrió año y medio después,<br />
comenzó una larga crisis de la agricultura en Chiapas. Lo anterior primero despertó<br />
inconformidad, y posteriormente la efervescencia política que siempre estuvo<br />
latente en el campo. Aun antes de estas crisis, la Iglesia católica y las protestantes<br />
habían aumentado sus esfuerzos por evangelizar y organizar a las comunidades<br />
indígenas. Bajo las nuevas condiciones, se sumaron a esta tarea jóvenes activistas,<br />
principalmente del centro del país, que trabajaban mano a mano con las<br />
comunidades. En cuanto a este tema se han contado muchas historias en otros<br />
lugares: sobre la formación de miles de catequistas católicos y pastores protestantes<br />
en las comunidades indígenas, sobre el Congreso Indígena de 1974, sobre la<br />
fundación de organizaciones campesinas indígenas independientes como la<br />
CIOAC, la OCEZ y la Unión de Uniones, todas con la participación de jóvenes,<br />
entre ellos chiapanecos, que llegaron a las comunidades indígenas en un principio<br />
para hacer el servicio social o para completar sus investigaciones para titularse, o<br />
con el plan explícito de participar solidariamente en la lucha por los derechos de<br />
los pueblos indios, pero que en todo caso fueron quedándose a radicar en la ciudad. 2<br />
De esta manera nació en San Cristóbal de Las Casas una comunidad de personas<br />
más o menos jóvenes, activistas y principalmente mexicanos, que difería de los<br />
estudiantes extranjeros que habían llegado en años anteriores, quienes casi siempre<br />
regresaron a sus países de origen tras concluir sus investigaciones.<br />
Institucionalización de la comunidad académica de Los Altos, 1975-2003<br />
En 1975 todavía no existía una infraestructura académica adecuada para organizar<br />
y publicar los resultados de las investigaciones que se realizaban. Las únicas<br />
bibliotecas eran privadas, aunque semiabiertas; los documentos de los ahora<br />
esenciales archivos diocesano, municipal, judicial y del ex Centro Coordinador en<br />
San Cristóbal, y el archivo del estado en Tuxtla Gutiérrez, todavía estaban en<br />
bodegas. Durante los siguientes treinta años esta situación cambió gracias a una<br />
confluencia inusitada entre los deseos de la vieja intelectualidad de los centros de<br />
educación superior e investigación en Chiapas, y los de los jóvenes, muchos de ellos<br />
foráneos, de espacios académicos donde podían discutir y publicar sus<br />
investigaciones, y eventualmente trabajar para seguir viviendo en Chiapas.<br />
Así fue como, casi simultáneamente, a mediados de la década de los setenta se<br />
abrieron los primeros centros de investigación y educación superior en San<br />
Cristóbal: en 1975, el Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste (CIES),<br />
2<br />
Ver, por ejemplo, Morales Bermúdez (1992) y Harvey (2000).<br />
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