mexicanas
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Jan Rus, Gracia Imberton Deneke, Gustavo Peñalosa Castro, María Isabel Rodríguez Ramos<br />
Objetivos y retos futuros<br />
Como servidores de la comunidad académica, quienes colaboramos en las cuatro<br />
revistas de San Cristóbal de Las Casas estamos comprometidos a distribuir y hacer<br />
visible el conocimiento generado por y sobre la región, y eso ahora significa publicar<br />
en línea, en acceso abierto, e intentar situar el contenido que se publica en tantas<br />
bases de datos y redes como sea posible.<br />
Al mismo tiempo, como editores y como comunidad somos conscientes de las<br />
contradicciones de la era digital. La publicación en línea, que permite que los libros<br />
y artículos académicos estén disponibles sin tener que ubicarlos físicamente en<br />
papel o hacer pilas de fotocopias, a mediados de los años 2000 había cerrado el<br />
acceso a la producción científica y académica de otras maneras. En primer lugar, las<br />
editoriales comerciales que imprimían la mayor parte de las revistas europeas y<br />
norteamericanas comenzaron a cobrar por el acceso —no sólo por suscripciones o<br />
versiones en PDF, sino incluso para una sola lectura en línea—, poniéndolos fuera<br />
del alcance de la mayoría de los lectores en lugares como Chiapas.<br />
Paradójicamente, este primer cierre por paywalls o muros de pago ha sido seguido<br />
por otro: la autoexclusión, ya que las autoridades nacionales de ciencia alrededor<br />
del mundo, incluyendo el CONACyT y las universidades en México, comenzaron a<br />
usar las posibilidades de medición y conteo proporcionadas por la publicación<br />
digital. El número de citas, interpretadas como “factores de impacto”, hizo posible<br />
clasificar todas las revistas en el mundo. Pronto siguieron criterios para determinar<br />
el valor de los artículos publicados, y por extensión el valor y el prestigio de<br />
académicos y científicos según donde publicaban. Publicar en revistas de alto<br />
impacto y casas editoriales metropolitanas, “de prestigio”, probaba el valor de lo<br />
publicado y, por ende, el de los autores. No importaba si después de varios años el<br />
material publicado en revistas o casas editoriales regionales pudiera encontrar a<br />
sus lectores y ser ampliamente citado e incluso considerado “clásico”, referencial en<br />
su tema. Para entonces el daño estaba hecho.<br />
Si la promesa de la edición digital va a demostrar su valía, si finalmente podemos<br />
publicar en pie de igualdad, si estamos en Los Altos de Chiapas o en la Ciudad de<br />
México, Berkeley, Oxford o París, necesitamos continuar realizando esfuerzos<br />
para mantener la singularidad y mejorar la calidad de las publicaciones propias,<br />
juntos, para mejorar la disponibilidad de ese material y desarrollar métodos<br />
adecuados para ayudar a los lectores a encontrarlo, e incluso, tal vez, para<br />
calificarlo.<br />
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