mexicanas
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Ramiro Contreras-Acevedo<br />
con objetivos estratégicos para impulsar el desarrollo de la ciencia y la innovación<br />
en nuestra sociedad. 2<br />
Las preguntas<br />
¿Hay una comunidad científica nacional integrada —colectividad que no se había<br />
articulado antes— que trabaje con objetivos comunes? ¿Por qué no aceptar que los<br />
horizontes propuestos por los planes nacionales y los de las organizaciones<br />
internacionales van por caminos diferentes y a veces muy distantes (la ANUIES,<br />
por ejemplo, trabaja en la internacionalización)? ¿La “cantidad de citas” en un<br />
artículo es criterio de calidad de manera tal que el evaluador recomiende la<br />
publicación? ¿Existe una cultura subjetiva de evaluación científico-académica a<br />
nivel nacional, dentro de un sistema sui géneris de medición de la productividad<br />
científica de los investigadores que genere un prototipo estándar de valoración del<br />
conocimiento? ¿Cuáles son las aportaciones intelectuales especializadas que<br />
pueden conjuntarse con las pretensiones del Plan Nacional de Desarrollo (PND)<br />
para lograr la superación en la vida académica del país? ¿Cuáles son los criterios de<br />
los evaluadores que tienen las revistas de excelencia, donde publican sus artículos<br />
los investigadores nacionales? ¿Cuáles son los campos del conocimiento que<br />
abarcan los más de cuarenta diferentes campos interdisciplinarios del CONACyT?<br />
(Gallegos, 2012). 3 ¿El modelo administrativo-académico mexicano es un prototipo<br />
educativo imitado por otros países del mundo, especialmente de América Latina,<br />
que pueda aprovecharse para reforzar la construcción de criterios para evaluar la<br />
producción, colaboración y difusión del conocimiento?<br />
Hipótesis<br />
En este escrito se sostiene que, si bien ya existe una “cultura de calidad” en el terreno<br />
de la producción intelectual que ha transformado el trabajo académico en el país<br />
(Ruiz, 2012) no hay conciencia sobre la necesidad de “sistematizar” esta cultura para<br />
alcanzar los objetivos que, de acuerdo con los PND, es urgente que se alcancen en el<br />
2<br />
Javier Esteinou y su grupo, sin embargo, “siguen” la historia. Quizás resulte necesario insistir en lo<br />
dicho arriba: “salirse” del paradigma existente.<br />
3<br />
Es importante destacar que dicho recurso de impugnación no existía en el reglamento general del<br />
SNI, pero el doctor Sergio Aguayo, en 1996, cuando su evaluación fue deformada por criterios políticos<br />
de los dictaminadores, recurrió a la Comisión Nacional de Derechos Humanos y logró que dicha<br />
instancia recomendara la reinstalación de su nivel académico y se introdujera a partir de entonces<br />
dicha garantía de apelación como derecho de los investigadores (Rosales, 2012: 98-99).<br />
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