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Eduardo Blanco Venezuela Heroica

Eduardo Blanco

Venezuela Heroica

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Venezuela heroica 121

IX

Alarmado por el visible desaliento que se apodera de las tropas, y la

tibieza manifiesta de algunos oficiales de merecido renombre, trata el

Libertador de conjurar el pernicioso ejemplo, que así como amenaza

frustrar todos los sacrificios hasta allí consumados, pone en grave riesgo

la campaña, la vida del ejército y la suerte futura de la patria. Con

tal propósito llama a consejo a sus principales tenientes cuya decisión

quiere probar de nuevo antes de proseguir en una empresa que así amedrenta

hasta los más osados; les expone sin vacilar los riesgos inherentes

a la situación en que se hallan; no les oculta los obstáculos que les será

forzoso superar; los sacrificios que a todos esperan, ni los peligros consiguientes

a una inconsulta retirada en las condiciones nada favorables de

un ejército, al que solo mantiene en la obediencia la energía de sus jefes

y la imperiosa necesidad de dar la cara al enemigo. Y a la vez que no

rehúye poner de manifiesto el estado conflictivo en que se encuentran,

procura hábilmente inculcar a todos la fe que le sostiene y patentizarles

el éxito feliz de la campaña; luego les deja en libertad para deliberar.

Satisfactorio es recordarlo y repetirlo con orgullo.

La duda no mancilló un instante la firme decisión de aquellos bravos.

Los generales Anzoátegui, Soublette y Santander, que junto con los coroneles

Lara y Salom componían el Consejo, no vacilan en apoyar las

altas miras de Bolívar, y de común acuerdo deciden la continuación de

la campaña, respondiendo cada cual por su parte de la cooperación y

disciplina de los cuerpos que les están encomendados.

Con lisonjeras frases encarece el Libertador la firme resolución de sus

perseverantes compañeros; vigoriza los ánimos medrosos con discursos

inspirados en su fe inquebrantable e indicando de nuevo a cada uno sus

respectivos puestos, exclama con profético acento: “En marcha, pues.

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