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Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
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Eduardo Blanco
con algunos jinetes, sale del cuartel general, se abre paso por entre las
guerrillas enemigas que infestan la comarca y va a llevar a Ribas las últimas
disposiciones del Libertador.
Nada se omite en tan difíciles circunstancias; lo que está en las facultades
del hombre, se ejecuta, lo demás toca a la suerte decidirlo.
El conflicto, entre tanto, crece con rapidez. Como aquellos terribles
conquistadores asiáticos, ávidos de poder y de venganza, se adelanta
Boves por entre un río de sangre, que alimentan sus feroces llaneros al
resplandor siniestro de cien cabañas y aldeas incendiadas, que el invasor
va dejando tras sí convenidas en ceniza.
Apercibido a la defensa, el Libertador aguarda confiado en su destino
la sucesión de los acontecimientos que se van a efectuar. Al terror
general que le circunda, opone, como fuerza mayor, su carácter tenaz
e incontrastable: al huracán que se desata para aniquilarle, enfrenta en
primer término toda una fortaleza: el corazón de José Félix Ribas.
El jaguar de las pampas va a medirse con el león de las sierras; son dos gigantes
que rivalizan en pujanza y que por la primera vez van a encontrarse.
III
Apenas con siete batallones que no exceden de 1.500 plazas, un escuadrón
de dragones y cinco piezas de campaña, Ribas ocupa La Victoria,
amenazada a la sazón por la vanguardia del ejército realista. Escaso es,
pues, el número de combatientes que el General republicano va a oponer
al enemigo, pero el renombre adquirido por este jefe afortunado
alienta a cuantos le acompañan.
Empero, ¿sabéis quiénes componen, en más de un tercio, ese grupo
de soldados con que pretende Ribas combatir al victorioso ejército de
Boves? Casi es inconcebible.