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Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
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Eduardo Blanco
Bolívar de verdaderamente santo y con ardiente anhelo propuesto por el
caudillo americano a su generoso contendor, en el sitio mismo, donde
forzado por la impulsión vehemente de las necesidades de la época,
lanzó a todos los vientos, como lenguas de fuego, las terribles palabras
consignadas en el decreto aterrador de 1813.
Coincidencia providencial aquella, que redime a la patriótica Trujillo
del funesto renombre alcanzado en los primeros abrasadores tiempos de
la ensañada lid.
De cruel, Trujillo se convierte en magnánima, y el recuerdo inolvidable
de su segunda popularidad, mitiga la impresión dolorosa y aminora
el espanto a que debió su primitiva nombradía.
Sellados por los plenipotenciarios los arreglos indispensables para dar
comienzo a una negociación de suyo impracticable, llevose a efecto la
famosa entrevista de Santa Ana entre aquellos dos hombres que con
recíproca crueldad y con no menos furia e igual tesón y valentía habían
combatido tantos años por tan opuestos intereses. Allí, sobre aquel
campo declarado neutral, inermes y olvidando quisquillas y rencores,
se avistaron aquellos dos campeones, hermanos por la sangre, enemigos
acérrimos por la discrepancia de ideas. El viejo león íbero y el gallardo
adalid de la joven Colombia, se contemplaron con orgullo, y generosos
prestaron homenaje al renombre glorioso de la patria, en el mutuo heroísmo
de la soberbia España y de la altiva nación americana.
Después, para no verse más sobre la tierra, se separaron llevando de
aquel día recuerdo inolvidable, mas poseídos a la par de extraños y
muy distintos sentimientos: Morillo, bajo el peso de frustrada esperanza,
convencido de la imposibilidad de restituir a la corona la presa
disputada por el cóndor americano: Bolívar, satisfecho de sí, y viendo
descorrerse ante la América el velo de su cautividad para abrir campo al
fecundante sol del porvenir.