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Eduardo Blanco Venezuela Heroica

Eduardo Blanco

Venezuela Heroica

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Venezuela heroica 67

Villapol, a su vez, se lanza como el rayo, hiere, destroza, retrocede

abrumado por innumerables enemigos, se rehace un instante y sin flaquear

en la demanda acomete de nuevo con indecible arrojo. Su brazo

no desmaya, reconquista la posición perdida, pero una bala le hiere el

corazón al proclamar el triunfo; y al pie de la bandera que sostiene en

su crispada mano, rinde la vida en brazos de la gloria.

Nuestros soldados retroceden; por aquel flanco no les queda un solo

oficial que los dirija: muertos los más o heridos, cubren el campo que

de nuevo ocupa el enemigo. La derrota los amenaza, bien que oponen

sin concierto desesperada resistencia. De pronto en medio del conflicto,

aparece como salido de la tumba, un joven oficial pálido, ensangrentado

y cubierto de heridas: pónese al frente de aquellos bravos a quienes

electriza con su presencia, tira de la espada que apenas puede manejar

su débil brazo y restablece entre los suyos la confianza. Aquel mancebo

heroico es el hijo de Villapol; separado casi moribundo del campo de

batalla, algunas horas antes, sabe en su lecho de agonía la muerte de su

padre y se levanta y le viene a vengar. Intrépido se arroja sobre las casas

en que se parapetan los realistas, logra desalojarlos en el primer empuje,

y agotadas las fuerzas por la sangre que manan sus heridas, cae desmayado

al cumplir su propósito. Empero, tanto esfuerzo decide la jornada.

En la última carga el incansable Boves queda herido, y próxima la

noche suspende la pelea. Nuestra izquierda enfrentada a Morales, y tan

combatida como el centro y la derecha, no fue menos feliz. La victoria

se declara por el Libertador. Retroceden los realistas a sus inexpugnables

posiciones de los montes, al Sur de San Mateo, y dejan tendidos ochocientos

cadáveres en el sangriento campo de batalla.

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