Colección-Bicentenario-Carabobo-3-Blanco-Eduardo-Venezuela-heroica
Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
18
Eduardo Blanco
derramada. Boyacá, Carabobo y Ayacucho hablan más alto a nuestro
espíritu que los poemas inmortales en que Homero y Virgilio narraron
las proezas de los antiguos héroes: campos memorables donde aún resuenan
con misteriosos ecos el fragor del combate, las vibraciones del
clarín y el grito de victoria.
De esos osarios gigantescos que hoy remueve el arado y cubre de verdura,
eterna primavera, se levanta, visible solo a los ojos del espíritu,
todo un monumento consagrado a la memoria de nuestros esforzados
progenitores. Y si la ingratitud no ha permitido aún, agregar al glorioso
sarcófago la piedra tumular, ni la columna alegórica al cimiento de
huesos que afrenta el polvo de medio siglo de abandono, no por ello los
corazones generosos palpitan con menos emoción y con menos respeto
al contemplar aquellos campos de reñidas batallas, donde duermen el
sueño de los héroes, tanto guerrero ilustre, y tanta humilde víctima de
nuestra magna lucha.
Uno de aquellos sarcófagos, tan glorioso para Venezuela como los ya
citados, se ofrece de improviso a los ojos del viajero que, por la vía de
las montañas, penetra en los risueños valles del Aragua. En medio de
extensos campos cubiertos de perenne verdura, se levanta una ciudad
que, aunque triste y silenciosa cual si temiera turbar con profana alegría
el reposo de los heroicos muertos que encierra en su recinto, pregona
sin embargo el alto ejemplo y las titánicas proezas de nuestros mayores.
Aquella ciudad cuyo renombre vivirá eternamente en los anales americanos,
es La Victoria: escenario sangriento de una de nuestras más
terribles y reñidas batallas.
Dos fechas históricas, de opuestas resonancias, vienen a la memoria, al
contemplar aquel recinto, donde aún palpitan los recuerdos del insigne
combate empeñado a principios de la revolución, entre los dos atletas
más esforzados que la República y la monarquía se opusieron recíprocamente
durante el primer lustro de nuestra guerra de independencia.