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Eduardo Blanco Venezuela Heroica

Eduardo Blanco

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Venezuela heroica 43

Circunstancia esta que enaltece la gloria de Ribas y de sus egregios

compañeros. Cubrir la fosa de un oscuro desastre con el arco triunfal

del heroísmo; arrebatar al pasado un recuerdo lastimoso, rodearlo de

prodigios, de tenacidad, abnegación y valentía; redimir lo pequeño con

lo alto, lo débil con lo fuerte, lo pusilánime con lo excelso; por cada

plumada de una capitulación inexplicable, ofrecer como rescate, cadáveres

sin cuento, miembros mutilados, arroyos de sangre, entereza de

gigantes, fe de mártires; dejar sellada la página luctuosa con un timbre

brillante; limpiar la mancha; trocar en luz la sombra y arrojar sobre la

insólita catástrofe el manto esplendoroso de la gloria; tales fueron los

verdaderos resultados de esta jornada inolvidable.

Empero, la historia, como la inmensidad, tiene también abismos;

abismos profundos donde todo se oculta, donde todo desaparece, donde

se hacinan, como despejos en las entrañas de un osario, generaciones

sin nombre y nombres sin resonancia que los pueblos olvidan, porque

no les recuerdan beneficios de trascendencia, ni esos hechos grandiosos

que fascinan cautivando el espíritu. Oscuridad que aguarda a los más

de los que vemos fatigando en el mundo las voces de la lisonja y los

caprichos de la fortuna.

Para vivir en la historia la vida palpitante de la inmortalidad, no basta

ser Omar o Erostrato, César romano o déspota bisantino; no, es necesario

ascender a más alto: ser Dante, Gutenberg, Miguel Ángel, Franklin,

Napoleón o Bolívar: genios que arrojen luz, soles inmensos que no

eclipsen los siglos ni amengüen las distancias.

De las que pueden llamarse tinieblas de la historia solo salva la gratitud

y el buen criterio de los pueblos a aquellos de sus héroes que, por

virtudes muy probadas, se hicieron acreedores a una justa recompensa:

y que, aunque no tenidos por genios universales, dieron sin embargo de

sí lo que el deber les exigía. Ribas se impone a nuestra admiración por

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