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Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
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Eduardo Blanco
El Congreso se había limitado a manifestarle por medio de su presidente
Peñalver: “Que deseoso de establecer la paz, oiría con gusto todas
las proposiciones que se hicieran de parte del gobierno español, siempre
que tuviesen por base el reconocimiento de la soberanía e independencia
de Colombia”.
Bolívar no fue menos explícito: sin detenerse a esperar los comisionados
españoles que se dirigían a su cuartel general de San Cristóbal,
emprende un proyectado viaje al Magdalena y da plenos poderes a Briceño
Méndez y a Urdaneta para rechazar, como injuriosas al par que
inadmisibles, las proposiciones de Morillo.
“La guerra, pues, dice Baralt, al apreciar en su historia estos sucesos,
la guerra debía continuar entre la madre patria y la colonia, porque esta
rehusaba someterse; pero los pasos que dio Morillo para la reconciliación
fueron seguidos de un importante resultado, cual fue el de aumentar
el partido republicano en Venezuela, presentándolo a los ojos de los
extranjeros y de los realistas mismos con una importancia que hasta
entonces hiciera esfuerzos por disimular en lo posible. Desde luego, los
términos en que escribió el jefe español a los caudillos republicanos fueron
comedidos y urbanos; a todos ellos, así como al Congreso, les dio
los títulos que por sus grados y funciones les correspondían: y no fue
pequeño el interés que mostró por alcanzar de ellos, antes que todo, la
suspensión de las hostilidades. Muchos americanos egoístas y cobardes
a quienes el temor o la mejor fortuna de los realistas retenían en sus filas
vieron entonces claramente la fuerza física y moral de aquellos hombres
llamados hasta entonces rebeldes, sin unión, sin habilidad y sin poder.
Húbolos que comenzaron a vacilar en sus opiniones al ver posible y casi
verosímil el triunfo de una causa que hasta allí consideraran quimérica.
Otros, que acostumbrados en su profunda ignorancia a reverenciar el
despotismo tenían por impíos los gobiernos republicanos de América,
empezaron a mirarlos con menos ojeriza, desde que en España apare-