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Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
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Venezuela heroica 203
XXXI
Cuando acontece aquella heroicidad, el campo de Carabobo exhibe un
espectáculo grandioso a la vez que imponente. Sobre el abatimiento de
las legiones españolas el ejército vencedor, poseído de jubilo, pregona su
victoria con tan atronadora vocería que, aquellos mismos de los nuestros
que yacen moribundos en el glorioso campo, despiertan un instante,
y fija la pupila en el bendito sol de quien reciben la postrimera luz,
buscan a tientas con la convulsa mano la rama de laurel que ha de marcar
sus tumbas; y en la última agonía tratan de unir su voz desfalleciente
al himno de victoria que entonan por la patria sus más afortunados
compañeros. Aquí el duelo; mas allá la apoteosis. En medio a la llanura,
el heroísmo de aquel soldado ibero que a empeño toma aparecer de gala
entre las sombras de su propio desastre, y sobre el horizonte, el huracán
de la derrota agitando con siniestro rumor sus negras alas y rápido
alejándose del deslumbrante resplandor de una victoria que reflejan las
armas de los arrogantes triunfadores.
Con el inesperado movimiento de Valencey cambia la escena; revive
la lucha.
Por sobre los despojos de la derrota, García repliega combatiendo, galopa
nuestra caballería y se lanzan al trote nuestros fatigados batallones.
A los repetidos embistes de los jinetes del Apure, opone Valencey la solidez
de sus compactas filas, la enérgica voluntad que le domina. El trueno
de sus descargas estremece de nuevo la llanura; las enristradas bayonetas
se clavan en el pecho de nuestros caballos y la lluvia de balas que arroja
de su seno la improvisada fortaleza, postra a sus pies a los más esforzados
y rebota sobre las alas de nuestra espléndida victoria provocando sus iras.
Sobre el cuadro enemigo que así se yergue en medio a nuestro triunfo,
lanza el Libertador todos los cuerpos de su caballería; dos mil quinientas