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Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
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Venezuela heroica 191
su ardimiento, el batallón Apure no puede hacerse firme, pierde terreno,
retrocede acosado y, sin tino, se rompe al fin en varios trozos
que lidian sin concierto; y va a desordenarse y a perecer sin remisión,
cuando acude en su auxilio la Legión Británica, que apenas fuera del
atajo va a interponerse entre los batallones españoles y sus revueltos
compañeros.
XXIII
Aquel brillante regimiento, a tambor batiente y con banderas desplegadas,
entra en batalla con la severidad de continente y el flemático
aplomo de su raza: erguido, reposado, correcto en su actitud y movimientos,
marcha arma al hombro al compás de sus pífanos y parches,
bajo un fuego espantoso, sin cejar un palmo ni disparar un tiro, hasta
no formar su línea de batalla y clavar Asdhown, su abanderado, el glorioso
estandarte frente a los batallones enemigos. Toda la furia de los
realistas se ceba entonces en la Legión Británica que viene a ser el nudo
de la batalla, el blanco de todos los disparos de aquella tempestad. La
artillería la abrasa y ametralla.
La Torre, con sus batallones la fusila; ella no cede, empero, y apenas
si llega a estremecerse al empuje violento de tanto esfuerzo combinado
que toma a empeño exterminarla. Farriar, su coronel no le tolera,
sin embargo, ni aquella nerviosa convulsión que puede dar motivo a
suponerlos débiles; desciende del caballo que monta, hace arrojar al
suelo los morrales de todo el regimiento y manda a aquellos bravos
hincar rodilla en tierra. El movimiento se ejecuta con admirable precisión;
y desde aquel instante la legión inglesa deja de ser un cuerpo
como todos los otros, echa raíces en la tierra, y se convierte en muro
de granito.