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Eduardo Blanco Venezuela Heroica

Eduardo Blanco

Venezuela Heroica

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Eduardo Blanco

ojos centellantes, airados y magníficos en tan supremo trance, los jefes

republicanos corren a agruparse en torno de Bolívar, ofreciendo como

último baluarte sus nobles corazones. En aquel momento de tremenda

agonía, desciende el Libertador de su caballo, le hace quitar la silla, y

colocándose en medio de sus tropas: —“Aquí” —les dice con enérgico

acento— “aquí entre vosotros, mis valientes, moriré yo el primero”.

La columna enemiga baja entretanto al pasitrote con formidable empuje

sobre la casa del Ingenio; y nuestro ejército repite con ansiedad

creciente el nombre de Ricaurte. Sobre aquel joven héroe caerá el golpe

de gracia que ha de abatir en aquel día todos los esfuerzos de la patria.

Todas las miradas le buscan y palpitan por él todos las corazones.

Conflictiva es la situación para Ricaurte. La casa confiada a su custodia,

no solo encierra el parque y municiones del ejército, sino gran

número de heridos y mayor cantidad de niños, mujeres y ancianos,

parte de la emigración de los vecinos pueblos refugiada en San Mateo;

y para su defensa apenas cuenta con algunos soldados que no llegan ni

a la décima parte de las fuerzas por que se ve atacado.

Su bravura, con todo, se sobrepone a su material debilidad, y palmo a

palmo disputa al enemigo el sagrado depósito que aquel se esfuerza en

asaltar. Al fin se ve abrumado por el número, y constreñido a desamparar

el puesto que custodia, ordena a los heridos y a los niños, mujeres

y ancianos que aterrados se agrupan o discurren por todo el edificio,

abandonar la casa e ir a refugiarse en otra parte. Luego, con gesto irreplicable,

se hace obedecer de cuantos le rodean: los soldados que aún

sostienen el fuego, descienden a su turno el recuesto de la colina, y solo

con su heroica grandeza espera al enemigo, que asalta el edificio en medio

de atronadores víctores.

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