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Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
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Eduardo Blanco
tantas veces se viera expuesta en Venezuela la causa de los independientes;
ya por la impericia de sus primeros directores, o por las turbulencias
sediciosas que tanto embarazaron el desarrollo franco y progresivo
de aquel largo proceso; la revolución se había mantenido honrada. Si
el poder discrecional le fue a Bolívar disputado en los principios de
su preponderancia militar, no fue móvil mezquino de aviesos intereses
personales, el que indujo a sus émulos a tan injustificable sinrazón;
los que así procedieron, ansiaron el poder únicamente por la gloria de
acaudillar el movimiento regenerador, sin pensar jamás en los proventos
que pudieran redundar de la suprema dirección de la República. En el
desprendimiento de los intereses materiales estribó la mayor fuerza de
aquellos nobles lidiadores. Sus miras se fijaban más altas. Se ambicionaba
gloria, no riquezas. Los concusionarios, si los hubo, rarísimos, quedaron
deshonrados; cual llama abrazadora, el desprecio público pasó
sobre ellos, los convirtió en cenizas: cenizas que esparció el viento y que
aún desprecia la posteridad.
La aspiración moral mataba toda tendencia material.
Aquel heroico ejército, sometido a todo género de penalidades; sin
paga de ordinario, desnudo casi siempre, y a menudo sin pan, no profería
una queja, y lleno de entusiasmo, moría vitoreando la patria, sin
cuidarse de sus propias miserias.
Ser el más bravo, el más abnegado, el más heroico era preferible a ser
el más acaudalado.
El orgullo era noble, la ambición generosa. De ahí la pujante virilidad
de aquella generación que hizo prodigios, armada con la espada de los
héroes, aunque cubierta con los harapos del mendigo.