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Eduardo Blanco Venezuela Heroica
Eduardo Blanco
Venezuela Heroica
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Eduardo Blanco
perece alanceado, el resto de la caballería realista, que manda el coronel
don Víctor Sierra, abandona el campo de batalla.
Barreiro se ve envuelto. A la cabeza de un regimiento corre en persona
a reparar el daño que le ocasionan nuestros batallones tras el fracaso de
su caballería; pero Anzoátegui carga y desordena el regimiento. Partida
en varios trozos la línea de batalla del ejército realista, sus veteranos luchan
todavía con bravura, pero con desconcierto. Toda la línea retrocede
empujada con violencia por nuestras bayonetas y por el bote de las
lanzas. Barreiro, desesperado, trata de ganar otra altura que le queda a la
espalda y restablecer en ella la batalla. Inútil es su empeño: nuestros caballos
se lo impiden, rompen y pisotean las filas españolas, el ejército se
abate y la derrota, contenida un instante, se declara violenta, estrepitosa.
Espada en mano, defiéndese, frenético, Barreiro con un puñado de
valientes, en medio al huracán de la derrota: es aquella su última protesta;
su ejército vencido, roto y acuchillado rinde las armas y se entrega
sumiso a la clemencia del vencedor. Cuando acontece la catástrofe, cien
manos codiciosas de gloria se extienden sobre el brioso Brigadier que
tan ardientemente busca la muerte, sin que la muerte acceda a su solicitud:
todos ansían rendirle. Un soldado de Rifles 1 le arrebata la espada, y
Barreiro, jadeante y cubierto de sangre, queda prisionero.
Había perdido la batalla, no la honra… ¡Le esperaba el patíbulo!
A tiempo que la segunda división republicana vencía completamente al
centro y retaguardia del ejército español, Santander a su turno, después
de repetidos y recios embates contra los cuerpos de vanguardia, logra forzar
el puente, gana la repelente altura que ocupa el enemigo, lo arroja con
estrago de tan favorecida posición, lo corta, lo atropella, le arrebata banderas
y caballos, lo rinde a su pujante y completa la espléndida victoria.
[1]_ Pedro Martínez.