El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
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<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />
cualquier suceso ejemp<strong>la</strong>r de los consignados, para pedagógica edificación, en los manuales esco<strong>la</strong>res.<br />
¿Pero qué es <strong>la</strong> historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso? 43<br />
Nada que ver con el «realismo mágico» de Miguel Ángel Asturias, del que ya <strong>ha</strong>bía dado pruebas<br />
en sus Leyendas de Guatema<strong>la</strong> (1930) y parcialmente en <strong>El</strong> Señor Presidente , para manifestarse<br />
en toda su extraordinaria pujanza más tarde en Hombres de maíz (1949) y sucesivamente en <strong>la</strong><br />
incomparable nove<strong>la</strong> Mu<strong>la</strong>ta de tal (1963). Para Asturias era el misterio del mito, <strong>la</strong> magia, el<br />
animismo, <strong>la</strong> naturaleza americana, criatura viva y avasal<strong>la</strong>nte en su esplendor, el significado complejo<br />
del pensamiento indígena, lo que todo lo transformaba en magia. <strong>El</strong> «realismo mágico» era para él<br />
una c<strong>la</strong>ridad otra -otra de <strong>la</strong> que nosotros conocemos-; es otra c<strong>la</strong>ridad: otra luz alumbrando el<br />
universo de dentro a fuera. A lo so<strong>la</strong>r, a lo exterior, se une en <strong>la</strong> magia, para mí, ese interno movimiento<br />
de <strong>la</strong>s cosas que despiertan so<strong>la</strong>s, y so<strong>la</strong>s existen ais<strong>la</strong>das y en re<strong>la</strong>ción con todo lo que <strong>la</strong>s rodea. 44<br />
En su nove<strong>la</strong> Carpentier destaca un destino de soledad. La crueldad, <strong>la</strong> megalomanía, el afán<br />
de grandeza de Henri Christophe introducen en una categoría nueva del tirano en América: <strong>la</strong> del<br />
negro seudo-emancipado que transforma su reino y su corte en un ridículo remedo de Versalles -lo<br />
<strong>ha</strong>ría también Iturbide en México al proc<strong>la</strong>marse emperador, y no iría muy lejos de ello el mismo<br />
dictador Santa Anna con su amor por <strong>la</strong>s divisas y <strong>la</strong>s condecoraciones 45 -, mientras actúa contra<br />
sus compatriotas <strong>como</strong> un déspota, fundando su poder en <strong>la</strong> violencia y el terror, el trabajo forzoso,<br />
<strong>la</strong> represión policíaca, aumentando así su ais<strong>la</strong>miento, su soledad, y provocando al final, con <strong>la</strong> del<br />
país, su propia ruina.<br />
Frente al sucederse vertiginoso de los acontecimientos, cuando ya el pueblo está a punto de<br />
rebe<strong>la</strong>rse, <strong>ha</strong>rto de tanto vejamen y locura, mientras el tambor difunde <strong>la</strong> señal de <strong>la</strong> rebelión y se<br />
verifica <strong>la</strong> desbandada de los soldados, dignatarios y criados, el rey de opereta en su pa<strong>la</strong>cio suntuoso<br />
de Sans-Souci toma conciencia de su fracaso, de <strong>la</strong> soledad que lo rodea. Como en una de <strong>la</strong>s célebres<br />
pinturas de Valdés Leal todo está en poder de <strong>la</strong> muerte, de <strong>la</strong> destrucción. Conciente de su condición<br />
el hombre, <strong>como</strong> si se apoderara de él un ansia de destrucción, abre un cofre, saca puñados de monedas<br />
de p<strong>la</strong>ta con su efigie, <strong>la</strong>s arroja al suelo junto con sus coronas, grandiosa representación barroca:<br />
43 Alejo Carpentier, «Prólogo» a <strong>El</strong> Reino de este mundo , México, E.D.I.A.P.S.A., 1949, pp. 16-17.<br />
44 Cfr. en L. López Álvarez, Conversación con Miguel Ángel Asturias , op. cit. , p. 166 y 168.<br />
45 Véase sobre los dos personajes Rafael E. Muñoz, Santa Anna. <strong>El</strong> dictador resp<strong>la</strong>ndeciente ,<br />
México, Fondo de Cultura Económica, 1992 (2ª ed. ; Iª ed. Madrid, Espasa Calpe, 1936).<br />
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