El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
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<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />
Dec<strong>la</strong>ra que no ambiciona el poder y que de su invalidez <strong>ha</strong> hecho virtud, pero en realidad se dedica<br />
sólo con <strong>ha</strong>bilidad a sus tretas. Su luc<strong>ha</strong> contra <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> es pasiva, so<strong>la</strong>mente aparente; su valor es<br />
inexistente y no se compromete. Ante <strong>la</strong> conducta de otros personajes menos prudentes, que denuncian<br />
en el déspota a un «dictadorzuelo centroamericano», su postura es precavida:<br />
¿Qué decía yo a todo esto? ¿Eh? Yo, por supuesto, no decía nada; escuc<strong>ha</strong>ba, y al mismo tiempo<br />
miraba con aprensión alrededor nuestro, pues aquel majadero <strong>ha</strong>bía perdido todo control y podía<br />
comprometerme del modo más necio. 79<br />
La postura de Pineda es siempre <strong>la</strong> de un débil, por más que diga o que <strong>ha</strong>ga, de un ser moralmente<br />
degradado y, en definitiva, anormal.<br />
En cuanto al favorito, éste es un hombre que no tiene escrúpulos, pero no complicado. Su origen<br />
es muy humilde y se sospec<strong>ha</strong> que es uno de los muchos hijos ilegítimos del dictador. Cuando es<br />
nombrado secretario particu<strong>la</strong>r del tirano se transforma él mismo en un tiranuelo para el personal<br />
de pa<strong>la</strong>cio. <strong>El</strong> diario que va redactando acerca de los acontecimientos es <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ra manifestación<br />
de una naturaleza malvada, aunque falta una característica neta que lo defina. Su aventura erótica<br />
con <strong>la</strong> esposa del dictador, mujer intrigante, destinada a ser víctima de sus mismas intrigas, es de<br />
una vulgaridad exasperante. Lo cual responde, naturalmente, a un programa del narrador: el de una<br />
progresiva destrucción del personaje y de <strong>la</strong> figura central del drama. La negatividad del dictador se<br />
manifiesta, en efecto, también a través de su esposa, detalle que no aparece ni en Tirano Banderas<br />
ni en <strong>El</strong> Señor Presidente y tampoco en <strong>la</strong>s nove<strong>la</strong>s más recientes sobre <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong>, con excepción<br />
de <strong>El</strong> secuestro del General , de Demetrio Aguilera Malta, puesto que en <strong>la</strong>s anteriores nove<strong>la</strong>s, y<br />
en esta de Aya<strong>la</strong>, el tirano es más bien un ser casi asexuado.<br />
<strong>El</strong> narrador español incide desde el primer momento, para demoler al mandatario, en el grotesco,<br />
destruyendo al mismo tiempo a los individuos sobre los que se funda su poder. Cuando Tadeo<br />
Requena, sacado de <strong>la</strong> aldea miserable donde vive por decisión improvisa del dictador, es llevado a<br />
su presencia, el espectáculo que se le presenta en pa<strong>la</strong>cio es caricaturesco y soez, de tal manera que<br />
ec<strong>ha</strong> a perder de un solo golpe <strong>la</strong> dignidad del sistema. Recuerda el favorito en su diario:<br />
Pues, ahora, de sopetón, me lo veo en aquel<strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de baño, entre otros caballeros que, al entrar yo<br />
a <strong>la</strong> zaga del comandante, dardearon miradas de reojo sobre mi encogida presencia, sin distraer no<br />
obstante su atención de otro, <strong>ha</strong>cia el que, con ansiosa deferencia, se volcaban todos. Medio oculto por<br />
79 Ibi , p. 35.<br />
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