El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
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Yo el Supremo : <strong>la</strong> tiranía imprescindible<br />
<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />
<strong>El</strong> mismo año en que aparece <strong>El</strong> recurso del método de Alejo Carpentier, 1974, el paraguayo<br />
Augusto Roa Bastos publica su nove<strong>la</strong> Yo el Supremo , dedicada a evocar <strong>la</strong> «Dictadura Perpetua»<br />
del Doctor Francia. La figura del dictador paraguayo, que ejerció su poder absoluto desde 1816 <strong>ha</strong>sta<br />
1840, ya <strong>ha</strong>bía aparecido en Hijo de Hombre (1959), primera nove<strong>la</strong> del escritor; <strong>la</strong> rememoraba<br />
continuamente el viejo Macario, hijo «mostrenco», según se decía, del Supremo, con más certeza su<br />
liberto. La silueta del hombre poderoso cruzaba enigmática, en <strong>la</strong> evocación del viejo, por toda <strong>la</strong><br />
nove<strong>la</strong> y se imponía <strong>como</strong> algo mágico-sagrado y terrible:<br />
Montado en el cebruno sobre <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> de terciopelo carmesí con pistoleras y fustes de p<strong>la</strong>ta, alta <strong>la</strong><br />
cabeza, los puños engarriados sobre <strong>la</strong>s riendas, pasaba al tranco venteando el silencio del crepúsculo<br />
bajo <strong>la</strong> sombra enorme del tricornio, todo él envuelto en <strong>la</strong> capa negra de forro colorado, de <strong>la</strong> que sólo<br />
emergían <strong>la</strong>s medias b<strong>la</strong>ncas y los zapatos de c<strong>ha</strong>rol con hebil<strong>la</strong>s de oro, trabados en los estribos de<br />
p<strong>la</strong>ta. <strong>El</strong> filudo perfil de pájaro giraba de pronto <strong>ha</strong>cia <strong>la</strong>s puertas y ventanas trancadas <strong>como</strong> tumbas,<br />
y entonces, aun nosotros, después de un siglo, bajo <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del viejo, todavía nos echábamos<br />
<strong>ha</strong>cia atrás para escapar de esos carbones encendidos que nos espiaban desde lo alto del caballo, entre<br />
el rumor de <strong>la</strong>s armas y los herrajes. 145<br />
A distancia de quince años el Doctor Francia es el gran protagonista de Yo el Supremo. <strong>El</strong> personaje<br />
estaba bien presente en <strong>la</strong> mente y en <strong>la</strong> sensibilidad del escritor y se concretizó en <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> citada, que<br />
nos presenta a un Roa Bastos inesperado, novelista de gran madurez en una obra realmente maestra.<br />
<strong>El</strong> tirano del Paraguay es aquí una figura de gran relieve, evocada en el <strong>la</strong>rgo período de su absoluto<br />
poder, que terminó sólo con su muerte natural, el 20 de septiembre de 1840.<br />
Estamos, pues, frente a una figura histórica real, que mucho <strong>ha</strong> dado que decir a los historiadores<br />
que se <strong>ha</strong>n ocupado de el<strong>la</strong>, coincidiendo <strong>la</strong> mayoría en afirmar en el Doctor Francia al defensor celoso<br />
de <strong>la</strong> independencia paraguaya, frente a <strong>la</strong>s miras expansionistas de Brasil y Argentina, un dictador<br />
libremente elegido <strong>como</strong> tal al principio y con los años cada vez más duro en el ejercicio de su poder<br />
absoluto.<br />
145 Augusto Roa Bastos, Hijo de Hombre , Buenos Aires, Editorial Losada, 1961 (2ª ed. ), p. 15.<br />
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