El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />
<strong>la</strong> vegetación muerta se tiraba cada día a <strong>la</strong> basura <strong>como</strong> <strong>la</strong>s prendas <strong>ha</strong>rapientas de un fantasma verde.<br />
262<br />
Sobre este mundo negativo ejerce su poder el licenciado José Huitzilopochtli Urbina, o mejor, más<br />
que él <strong>como</strong> presidente de <strong>la</strong> nación, el todopoderoso general Carlos Tezcatlipoca, jefe de <strong>la</strong> policía,<br />
personaje a quien encontramos al comienzo de <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> metido en un ataúd al que nadie ve<strong>la</strong>, y en el<br />
momento en que vuelve a <strong>la</strong> vida. Los apellidos aluden ya a <strong>la</strong> naturaleza negativa de los personajes,<br />
puesto que evocan divinidades terribles del panteón indígena 263 .<br />
<strong>El</strong> general Tezcatlipoca es un personaje duro, cruel, siempre vestido de negro, <strong>como</strong> ya el presidente<br />
de Asturias, y <strong>como</strong> éste solo en el mundo, «un mundo de poder en que no le importaba estar solo»<br />
264 . Como <strong>ha</strong>bía llegado un día martes a <strong>la</strong> ciudad de México desconocido para todos, así se iba un<br />
domingo de noviembre, o mejor no se iba, sino que «el Jaguar», <strong>como</strong> le l<strong>la</strong>maban, regresaba de <strong>la</strong><br />
muerte para nuevamente ejercer su poder y sustituirse al presidente legítimo.<br />
Si el general, vestido de negro, siempre con sus gafas negras puestas, es un personaje lóbrego<br />
y aterrador, capaz de cualquier delito -elimina de un disparo <strong>ha</strong>sta a su hermana-, el licenciado<br />
Huitzilopochtli Urbina es un degenerado. <strong>El</strong> jefe de <strong>la</strong> policía lo sorprende cuando está a punto de<br />
entregarse a sus amores pervertidos con unas jovencitas y, no por reacción moral, sino por deliberada<br />
intención de apoderarse del mando, le mata, culpando luego del asesinato a los guardaespaldas<br />
presentes, contra los cuales <strong>ha</strong> repentinamente disparado para cometer impunemente el asesinato. Sus<br />
comentarios acerca del difunto parecerían tener un fondo de filosofía, pero es sólo cinismo:<br />
-Pobre Pepe Huitzilopochtli, gustaba de <strong>la</strong>s delicias de <strong>la</strong> omnipotencia, pero tenía pies de barro -les<br />
dijo el general Tezcatlipoca a <strong>la</strong>s adolescentes aterrorizadas-. Se consideraba a sí mismo un dios, pero<br />
lejos de sus retratos, envuelto en su propia sangre, ya no es ni hombre. Espero que <strong>ha</strong>ya encontrado<br />
satisfacción en este mundo, porque sus posibilidades de felicidad en el otro son muy escasas. Lo<br />
observó tirado en el suelo. Sin que nadie, quizás ni él mismo, supiera qué pensaba. Huitzilopochtli<br />
262 Ibi. , p. 229.<br />
263 Huitzilopochtli era, en <strong>la</strong> mitología azteca, el dios de <strong>la</strong> guerra y de <strong>la</strong>s tempestades;<br />
Tezcatlipoca , era el dios maléfico de <strong>la</strong> muerte.<br />
264 H. Aridjis, La leyenda de los soles , op. cit. , p. 11.<br />
97