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El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como

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<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />

subrayando que Castro «<strong>ha</strong> odiado siempre a los escritores, incluso a los que están de parte del<br />

Gobierno, <strong>como</strong> Guillen o Retamar» 245 , aunque en el caso de Virgilio Pinera, cuya muerte insinúa fue<br />

un verdadero asesinato 246 , el odio «era aún más enconado; quizá porque era homosexual y también<br />

porque su ironía era corrosiva y anticomunista y anticatólica. Representaba al eterno disidente, al<br />

inconforme constante, al rebelde incesante» 247 .<br />

Tampoco deja de denunciar Arenas a los comunistas de lujo del exterior, <strong>la</strong> «izquierda festiva y<br />

fascista», en <strong>la</strong> que incluye a «un testaferro de Castro l<strong>la</strong>mado Eduardo Galeano» 248 , a <strong>la</strong> «marquesa<br />

de Macondo», Gabriel García Márquez, al mismo Carlos Fuentes y a otros numerosos escritores<br />

conocidos, que <strong>ha</strong>n seguido apoyando al dictador cubano, tirano contra el cual levanta su denuncia:<br />

Esta es <strong>la</strong> historia de una is<strong>la</strong> dominada por un tirano absoluto l<strong>la</strong>mado Fifo. <strong>El</strong> tirano llevaba en<br />

el poder cuarenta años y, desde luego, ejercía un control total sobre todos los <strong>ha</strong>bitantes de <strong>la</strong> is<strong>la</strong>. La<br />

gente se moría de <strong>ha</strong>mbre pero tenían que elogiar incesantemente <strong>la</strong> abundancia en que vivían gracias<br />

a <strong>la</strong>s técnicas productivas introducidas por el tirano. La gente no podía salir de <strong>la</strong> is<strong>la</strong> ni podía <strong>ha</strong>cer<br />

el más leve comentario contra el tirano, pero tenían que pasarse día y noche entonando himnos a <strong>la</strong><br />

libertad maravillosa y al porvenir luminoso que les <strong>ha</strong>bía concedido el tirano. En aquel<strong>la</strong> is<strong>la</strong> todo<br />

el mundo vivía por lo menos una doble vida: públicamente no dejaban ni un instante de a<strong>la</strong>bar al<br />

tirano, secretamente lo aborrecían y ansiaban desesperadamente que reventase. Pero el tirano tenía<br />

un inmenso ejército y un sistema de espionaje único, de manera que destruirlo parecía imposible. <strong>El</strong><br />

sueño de toda aquel<strong>la</strong> gente ya no era que <strong>la</strong> is<strong>la</strong> fuera libre, sino poder escaparse de aquel<strong>la</strong> is<strong>la</strong> que<br />

era una prisión perfecta. 249<br />

En <strong>la</strong> singu<strong>la</strong>r ficción los <strong>ha</strong>bitantes de Cuba deciden «roer <strong>la</strong> p<strong>la</strong>taforma insu<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> is<strong>la</strong> <strong>ha</strong>sta<br />

separar<strong>la</strong> de su base, y una vez con <strong>la</strong> is<strong>la</strong> a <strong>la</strong> deriva confiar su suerte a <strong>la</strong>s o<strong>la</strong>s y al viento...» 250 . Es<br />

<strong>la</strong> única manera para escapar del tirano, ya enloquecido y furioso, un hombre definido por Reinaldo<br />

245 Ibi. , p. 294.<br />

246 Cfr. R. Arenas, <strong>El</strong> color del verano , op. cit. , pp. 359-362.<br />

247 Ibi. , p. 294.<br />

248 Ibi. , p. 310.<br />

249 Ibi. , p. 136.<br />

250 Ibidem.<br />

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