El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />
Se trata de una serie de «fábu<strong>la</strong>s» sui generis que conforman una especie de tratado sobre el<br />
gobierno del déspota y el sistema sobre el cual se rige. Por lo que se refiere a <strong>la</strong>s aberraciones del<br />
poder el cuadro es impresionante. <strong>El</strong> narrador enjuicia duramente el sistema, <strong>como</strong> ya lo <strong>ha</strong>bía hecho<br />
Cardenal en sus Epigramas de 1961, donde <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> de los Somoza se convierte en una presencia<br />
obsesiva y frustrante.<br />
En el libro de Sergio Ramírez son de especial interés <strong>la</strong>s páginas que tratan « De <strong>la</strong>s propiedades<br />
del sueño (I) », donde se afirma que el sueño <strong>ha</strong>ce posible lo imposible, <strong>como</strong> <strong>la</strong> caída del dictador<br />
y <strong>la</strong> toma del poder de parte del pueblo: pero «los tiranos nunca duermen» 114 . Opinión general ésta<br />
entre los oprimidos, puesto que los déspotas ve<strong>la</strong>n por interpuesta persona, a través de sus espías. Del<br />
Señor Presidente escribía Asturias en su nove<strong>la</strong> que «sus amigos aseguraban que no dormía nunca»<br />
115 , y por otra parte tenía a su servicio un monstruoso aparato de espías, un «bosque de árboles de<br />
orejas que al menor eco se revolvían agitadas por el huracán», de modo que «ni una brizna de ruido<br />
quedaba leguas a <strong>la</strong> redonda con el <strong>ha</strong>mbre de aquellos millones de cartí<strong>la</strong>gos», y<br />
Una red de hilos invisibles, más invisibles que los hilos del telégrafo, comunicaba con cada hoja<br />
con el Señor Presidente, atento a lo que pasaba en <strong>la</strong>s vísceras más secretas de los ciudadanos. 116<br />
En <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> de Sergio Ramírez el poder singu<strong>la</strong>r del dictador lo representa eficazmente el capítulo<br />
que trata De <strong>la</strong> muerte civil , donde el déspota decreta funerales de estado a un general caído en<br />
desgracia y que todavía vive; cuando éste regresa a su casa nadie le <strong>ha</strong>ce caso, <strong>como</strong> si hubiera <strong>muerto</strong>,<br />
así que él mismo acaba por acostumbrarse a su condición de <strong>muerto</strong> oficial.<br />
Otros pasajes inciden en lo grotesco, <strong>como</strong> el capítulo titu<strong>la</strong>do Del mal olor de los cadáveres ,<br />
que trata de <strong>la</strong> muerte de <strong>la</strong> madre del presidente. Parece que los tiranos sólo tienen un culto, a su<br />
propia madre; por consiguiente el dictador decide mantener a su <strong>la</strong>do su cadáver, para que todos le<br />
sigan rindiendo homenaje, mientras va aumentando de día en día un olor insoportable a putrefacción<br />
y pedazos de piel y de carne se desprenden de <strong>la</strong> difunta. Representación macabra que recuerda a<br />
Juana <strong>la</strong> Loca, paseando por vario tiempo el cadáver de su adorado marido Felipe el Hermoso por los<br />
114 Ibi. , p. 12.<br />
115 M. Á. Asturias, <strong>El</strong> Señor Presidente , op. cit. , p. 14.<br />
116 Ibi. , pp. 38-39.<br />
45