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El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como

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<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />

sino con directa participación. Domina <strong>la</strong> sincera valoración no sólo de <strong>la</strong> víctima, sino de <strong>la</strong> nación<br />

vasca en su entereza y a través de su espíritu, <strong>como</strong> promana de sus mismas bellezas naturales:<br />

Atardece, pero <strong>la</strong> nieb<strong>la</strong> aún filtra c<strong>la</strong>ridades que reve<strong>la</strong>n todos los colores del verde, bajo esa luz<br />

del norte, que degusta los matices. 224<br />

Un <strong>ha</strong>lo poético domina <strong>la</strong> naturaleza y es lo que atrae a <strong>la</strong> joven investigadora norteamericana y se<br />

le impone <strong>ha</strong>sta por encima de su aventura sentimental con un lejano pariente del personaje en torno<br />

al cual investiga, hombre atractivo, pero algo superficial, que no sabe mucho ni mucho se interesa por<br />

lo acaecido en una época que considera acabada: en efecto, <strong>ha</strong>n pasado ya más de una treintena de<br />

años desde <strong>la</strong> desaparición de Galíndez. Se diría, sin embargo, que <strong>la</strong> indiferencia del joven acentúa <strong>la</strong><br />

determinación de <strong>la</strong> muc<strong>ha</strong>c<strong>ha</strong>, llegada a <strong>la</strong> tierra de Amurrio donde, según el testamento de Galíndez,<br />

hubieran debido reposar sus huesos, sobre una pequeña altura, donde en <strong>la</strong> actualidad se levanta sólo<br />

una piedra que lo recuerda, tumba sin cuerpo, pues nunca se encontró, porque los asesinos lo ec<strong>ha</strong>ron<br />

a los tiburones, acatando <strong>la</strong>s órdenes del «Jefe máximo».<br />

Capturado por <strong>la</strong> nota poética y trágica de <strong>la</strong> historia, el lector sigue alternativamente <strong>la</strong> aventura<br />

de <strong>la</strong> investigadora y <strong>la</strong> de <strong>la</strong> víctima, disfrutando <strong>la</strong> belleza lingüística de <strong>la</strong> nove<strong>la</strong>, <strong>la</strong> originalidad<br />

de su inmersión en <strong>la</strong> expresión caribeña a través de <strong>la</strong> abundante <strong>la</strong>bia de personajes <strong>como</strong> el<br />

negrito Voltaire, otro de los criminales que intervinieron en el rapto y <strong>la</strong> eliminación de Galíndez y<br />

sucesivamente en <strong>la</strong> eliminación también de <strong>la</strong> investigadora.<br />

Vázquez Montalbán no deja de presentarnos al déspota criminal en sus «funciones» de torturador y<br />

asesino cuando se enfrenta con su víctima en el ca<strong>la</strong>bozo donde Galíndez <strong>ha</strong> sido recluido, ya apaleado<br />

y torturado por los esbirros del régimen, denunciados con sus nombres para su perpetua infamia. <strong>El</strong><br />

dictador aparece con su indignada y mortífera frialdad frente al hombre ya condenado:<br />

Y ni te mira. Cruza saludos y gravedad con el comité de recepción y avanza <strong>ha</strong>cia el sillón, en el<br />

que se sienta con cuidado, pregonando voluntad de sentarse, de posesión de autocontrol. Ahí lo tienes.<br />

Como si fuera el retrato del consu<strong>la</strong>do de Burdeos descolgado y sentado para ti, ahí lo tienes, todo<br />

para ti el Benefactor y Padre de <strong>la</strong> Patria, tú todo para él. Sigue Trujillo distrayendo <strong>la</strong> mirada en una<br />

minuciosa observación de <strong>la</strong> estancia y algo le comp<strong>la</strong>ce porque sus mejil<strong>la</strong>s casi dejan paso a una<br />

sonrisa, pero <strong>la</strong> suspende y de pronto te ec<strong>ha</strong> encima sus ojos grandes y carbónicos, he<strong>la</strong>dos, <strong>como</strong><br />

dos ba<strong>la</strong>s de pisto<strong>la</strong> negra. -Procedan.<br />

224 M. Vázquez Montalbán, Galíndez , op. cit. , p. 12.<br />

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