El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
El Gran Burundún-Burundá ha muerto : la dictadura como
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX)<br />
vil<strong>la</strong>no de western sino que debía investigarse <strong>como</strong> <strong>la</strong> coyuntura de una sociedad, a veces <strong>ha</strong>sta de<br />
una naturaleza tropical» 74 .<br />
A no ser por el paisaje neblinoso y lluvioso en el que se desarrol<strong>la</strong> el <strong>la</strong>rgo entierro del <strong>Gran</strong><br />
<strong>Burundún</strong>-<strong>Burundá</strong>, parecería que el escenario siguiera siendo sustancialmente el mismo de <strong>El</strong> Señor<br />
Presidente. Jorge Za<strong>la</strong>mea adopta <strong>la</strong> misma técnica de ocultación-sugerencia propia de Asturias: el<br />
tirano está presente a través de sus maldades y sus sicarios, y post mortem por el obsesivo escenario<br />
del hiperbólico cortejo fúnebre, dominado por el lóbrego ataúd depositado en un carruaje «pesado de<br />
alegorías, pero aligerado por cabeceantes penachos» 75 , donde se cree <strong>ha</strong>sta el último instante que<br />
está el poderoso, temido todavía. La befa del enorme papagayo parecía conocer<strong>la</strong>, sin embargo, el<br />
caballo del dictador que, negro, reluciente, ostentaba durante todo el trayecto una enigmática sonrisa,<br />
al final incontenible:<br />
Tenía tanta risa el caballo de batal<strong>la</strong> del <strong>Gran</strong> <strong>Burundún</strong>-<strong>Burundá</strong> que le bajaba de <strong>la</strong> cabeza<br />
altanera al pecho enjuto y de allí se propa<strong>la</strong>ba a <strong>la</strong>s finísimas manos obligándolo, sí, obligándolo en<br />
<strong>la</strong> embriaguez de <strong>la</strong> alegría, a dimitir de su propia dignidad y belleza para competir con los corceles<br />
circenses. Pues cayó en <strong>la</strong> flor de <strong>ha</strong>cer de sus manos batutas que quisieran dar otro ritmo al desfile.<br />
Su propio ritmo. ¡No le cabía al animal tanta risa en el cuerpo! 76<br />
74 Ángel Rama, Los dictadores <strong>la</strong>tinoamericanos , México, Fondo de Cultura Económica, 1976,<br />
pp. 9-10.<br />
75 J. Za<strong>la</strong>mea, <strong>El</strong> <strong>Gran</strong> <strong>Burundún</strong>-<strong>Burundá</strong> <strong>ha</strong> <strong>muerto</strong> , op. cit. , p. 7.<br />
76 Ibi , p. 25. En torno a <strong>la</strong> obra de Jorge Za<strong>la</strong>mea cfr. Fabio Rodríguez Amaya, Ideología y lenguaje<br />
en <strong>la</strong> obra narrativa de Jorge Za<strong>la</strong>mea , Bologna, University Press, 1995.<br />
31