<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX) arrojó al suelo una tras otra varias coronas de oro macizo, de distinto espesor. Una de el<strong>la</strong>s alcanzó <strong>la</strong> puerta, rodando, escaleras abajo, con un estrépito que llenó todo el pa<strong>la</strong>cio. <strong>El</strong> rey se sentó en el trono viendo <strong>como</strong> acababan de derretirse <strong>la</strong>s ve<strong>la</strong>s amaril<strong>la</strong>s de un cande<strong>la</strong>bro. Maquinalmente recitó el texto que encabeza <strong>la</strong>s actas públicas de su gobierno: «Henri, por <strong>la</strong> gracia de Dios y de <strong>la</strong> Ley Constitucional del Estado, Rey de Haiti, . 46 Todo <strong>ha</strong> acabado y el rey se suicida, se pega un tiro. Su cadáver, llevado a <strong>la</strong> ciudade<strong>la</strong> que <strong>como</strong> último y ya inútil reducto hizo levantar con el trabajo de sus compatriotas, nuevamente esc<strong>la</strong>vos, en un lugar inaccesible de <strong>la</strong> montaña, es enterrado en <strong>la</strong> argamasa aún fresca de una p<strong>la</strong>zoleta para piezas de artillería. Carpentier destaca de manera convincente el límite del poder, <strong>la</strong> posición desamparada del dictador frente a <strong>la</strong> muerte, <strong>la</strong> miseria del hombre que se creyó para siempre todopoderoso y que muere solo, en el ais<strong>la</strong>miento que su actuación aberrante le <strong>ha</strong> creado en torno: Por fin se cerró <strong>la</strong> argamasa sobre los ojos de Henri Christophe, que proseguía, ahora, su lento viaje en descenso, en <strong>la</strong> entraña misma de una humedad que se iba <strong>ha</strong>ciendo menos envolvente. Al fin el cadáver se detuvo, hecho uno con <strong>la</strong> piedra que lo apresaba. 47 En su nove<strong>la</strong> el escritor cubano no pretende so<strong>la</strong>mente re<strong>la</strong>tar <strong>la</strong> historia de un dictador, sino destacar también <strong>la</strong> condición recurrente de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong>, mal que se repite incansablemente: antes eran los franceses, <strong>la</strong> sociedad esc<strong>la</strong>vista criol<strong>la</strong> y, después de <strong>la</strong>s abortadas esperanzas de libertad, el reino de Henri Christophe. A una figura-símbolo, <strong>la</strong> de Ti Noel, cumple atestiguar el desgaste irremediable de los tiempos, <strong>la</strong> repetición incansable de <strong>la</strong> condición esc<strong>la</strong>va del hombre: él llegará a viejo sin <strong>ha</strong>ber encontrado nunca en su país una situación de libertad; su sorpresa frente al látigo que, después de los b<strong>la</strong>ncos, ahora enarbo<strong>la</strong>n los negros contra sus compañeros de raza, para que trabajen en <strong>la</strong> construcción de La Ciudade<strong>la</strong>, ya no es tal cuando, después de <strong>la</strong> muerte del rey, toman el poder los mu<strong>la</strong>tos del norte y llega a <strong>la</strong> conclusión amarga de que <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> no tiene extinción. A pesar de lo cual, a última hora, el viejo descubre el verdadero significado del hombre en <strong>la</strong> tierra, <strong>la</strong> razón de su permanencia y de su sacrificio: comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán, y esperarán y trabajarán para otros que 46 A. Carpentier, <strong>El</strong> Reino de este mundo , op. cit. , pp. 158-159. 47 Ibi. , p. 168. 22
<strong>El</strong> tema de <strong>la</strong> <strong>dictadura</strong> en <strong>la</strong> narrativa del mundo hispánico: (Siglo XX) también no serán felices, pues el hombre ansia siempre una felicidad situada más allá de <strong>la</strong> posición que le es otorgada. Pero <strong>la</strong> grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no <strong>ha</strong>y grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>gas, el hombre sólo puede <strong>ha</strong>l<strong>la</strong>r su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo. 48 48 Ibi. , p. 197. 23